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OPINIÓN: Emprendedores y alimentos que viajan por el mundo

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12 de Febrero de 2018

El viernes pasado tenía lugar en Medellín un encuentro entre una quincena de emprendedores singulares extremeños, que producen o elaboran alimentos extraordinarios y los llevan por el mundo desafiando a una carencia de infraestructuras que a lo mejor no es tan drástica como algunos quieren contar.

Al menos a ellos no les impide estar presentes y competir en esos mercados a los que acuden todos los países que tienen algo que vender.

En este grupo de emprendedores hay empresas de gran tamaño, las hay medianas y las hay pequeñas. Todas ellas tienen una singularidad: sus promotores empezaron con pocos recursos económicos y en relativamente poco tiempo han hecho una proeza de varias dimensiones; han aprendido una actividad compleja y la han convertido en obra de arte haciendo productos excelentes; han innovado, experimentado y hasta investigado, con sus escasos medios, supliendo a una Administración, a una Universidad y a otras entidades que, muchas veces, no hacían bien esta función; han salido al exterior, unas veces con ayudas y otras sin ellas, a conquistar mercados difíciles, sin otras armas que la calidad de sus productos; y han creado empleo, formando ellos mismos a sus trabajadores.

Además de escribir sobre estos personajes singulares, pioneros de muchas de las cosas que tocan, promuevo varias veces al año iniciativas gastronómicos diversas, en distintos escenarios, con varios objetivos: primero que se conozcan entre ellos e intercambien ideas y experiencias; segundo, desde el inicio de estos encuentros hemos tenido de invitado a Guillermo Fernández Vara, para que participe de ese conocimiento mutuo, escuche las preocupaciones de estos promotores y a su vez les informe de las iniciativas que la Administración va poniendo en marcha; tercero, sentir juntos el placer de degustar todas estas exquisiteces y acercarnos a la gastronomía como historia de la cultura, a veces cruel e hipócrita, a veces sublime y conmovedora.

Entre estos pioneros, que nos recuerdan a los grandes exploradores o descubridores de otras culturas y paisajes lejanos, hay historias muy diferentes. Algunos han creado empresas grandes y producciones inmensas para mercados lejanos y repartidos por el mundo. Manejan hoy organizaciónes grandes, complejas y tecnificadas, que emplean a mucha gente. (Ahí tienen el caso ejemplar de Tany Nature.) Otros se mueven en tamaños intermedios, pero no envidian la buena organización y tecnificación de los grandes. (SDos ejemplos, entre muchos, pueden ser Bodegas Coloma o Bioterra.) Y hay otros más pequeños que alternando la artesanía con la tecnología, hacen productos de tan alta calidad y valor añadido, que a pesar de su alto precio son estimados por todas partes y ponen una nota de calidad extrema y buena imagen de marca para toda la región extremeña. (Oodría ser el caso del aceite de As Pontis, el más premiado en España y en el exterior.)

Aparte de estos tres grupos, de empresas privadas, merecen una mención especial dos grandes grupos cooperativos; Acopaex y ViñaOliva, que agrupan a más de veinte cooperativas cada uno, tienen un alto nivel de empleo y facturación, y lo que es más importante: no tienen nada que ver con ese otro cooperativismo vertical y dependiente de las ayudas de las Administraciones, que se va a la quiebra en cuanto dejan de insuflarle las ayudas permanentes que reclaman.

Este conglomerado de emprendedores peculiares se dio cita el pasado viernes, en el restaurante Quinto Cecilio, para degustar verdaderas delicias y preguntarse juntos hacia dónde va el sistema alimentario en el exterior y en el interior, y cómo vemos el futuro de la producción de alimentos en Extremadura, llegando a algunas conclusiónes:

-No sólo el turismo es importante en nuestro país y en nuestra tierra.

-La producción de alimentos es también un sector estratégico, como la energía renovable.

-La gastronomía es otro de los grandes atractivos de Extremadura, si sabemos valorarla.

Todo ello junto al conjunto de nuestros ecosistemas y nuestros paisajes; dehesa, monte, ríos, embalses, arquitectura popular y monumental, etc. pueden ser la imagen de marca de unos alimentos que están aprendiendo a combinar tradición con tecnología.

En estas ideas esenciales transcurrió el coloquio entre este grupo de visionarios que nos sorprendían a todos con unos frutos secos, conservas, quesos, piezas nobles del ibérico, espárragos, cabrito... y unos vinos y una cerveza artesana, que ponían muy alto el listón de Extremadura en el concierto internacional de los buenos alimentos.

Creo que no había complejos en aquel salón privilegiado del Guadiana. A Guillermo Fernandez Vara le hablaron de tú a tú, y éste les contestó en el mismo tono, intercambiándose ideas y preguntas, hasta el próximo encuentro gastronómico, o hasta que el presidente les sorprenda con su visita para conocer sobre el terreno la obra de estos creadores.

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