OPINIÓN: A sus señorías les importa un carajo España y los españoles

Se pueden sacar muchas conclusiones de lo ocurrido en el Congreso estos días, pero en mi modesta opinión hay una por encima del resto: que a todos los partidos les importa un carajo España y los españoles.

Sus señorías, lejos de pensar y votar en beneficio de los intereses de un país al que deben defender en las Cortes por mandato ciudadano, han echado mano de la calculadora electoral para ver qué opción convenía más a sus siglas e intereses de partido, esos que teóricamente nunca existen para ellos, pero que en la realidad, son los que mueven el mundo.

El primero que ha dado muestras de una total irresponsabilidad ha sido el Partido Popular y Rajoy, que no ha sabido o no ha querido atajar la evidente y galopante corrupción de su partido a lo largo de los años y que, llegado el momento de la dimisión, ha preferido entregar el poder automáticamente antes de presentar su renuncia, acto que hubiese parado en seco esta extraña moción y hubiese abierto un nuevo periodo de consultas para formar gobierno, donde algunos partidos podrían haber caído en la cuenta que lo realmente importante es España o, llegado el momento, convocar nuevas elecciones y que el pueblo soberano decidiese.

Pero el PP ha calculado que un tiempo en la oposición le reforzará si España va a peor. Frente a ellos un arribista y oportunista Pedro Sánchez, incapaz de conseguir en las urnas lo que ahora ha logrado por la puerta falsa, con el apoyo de quien haga falta, da igual, aunque sea de aquellos de los que renegaban hasta ayer. Todo con tal de ocupar el sillón el tiempo que sea y asegurarse una pensión vitalicia.

A su lado 23 partidos para convertir al nuevo gobierno en una Torre de Babel ingobernable: nacionalistas como el PNV que sólo buscan el beneficio de su comunidad y que dice sí por la mañana para decir no por la tarde; partidos que no condenan el terrorismo; antisistemas de falsa izquierda que luchan contra el sistema mientras se lucran y compran chalets con lo que sacan del sistema; independentistas radicales que violan la Constitución y están ante los tribunales de justicia; y todo un aquelarre de grupos dispuestos a meter el puño en el tumulto para ver si destrozando España consiguen retrotraerla a los reinos de taifas del Siglo XI.

Arrinconado ha quedado Ciudadanos que, cegados por sus perspectivas de éxito, sólo querían forzar al gobierno a unas elecciones inmediatas que los llevase al poder, viéndose ahora a la izquierda de la coma por sus propios errores.

No dudo de la legalidad de la moción de censura, pero sí de la legitimidad moral de tener un presidente con el evidente peligro de quien no sabe definir qué es una nación, cuántas naciones hay en España, o si a los catalanes va a aplicarles el 155 o la independencia.

Los diputados del Congreso se han olvidado estos días de los más elemental, saber por qué y para qué estaban allí, y lejos de aplicar los principios del ‘Contrato Social’ de Rouseau [el interés público tiene prioridad sobre la conveniencia particular y el privilegio tradicional; de la virtud y el autosacrificio frente a sus intereses partidistas], han escenificado una obra donde la recuperación económica, el trabajo, las pensiones, la enseñanza, la justicia, las infraestructuras, el desarrollo del país y la cultura eran irrelevantes, sólo valía el asalto al poder.

Y me preocupa también Europa, pues la situación política y económica en la que puede entrar España puede afectarle muy negativamente, más aún en un delicado momento de euroexcepticismo creciente.

Sánchez tiene sólo dos caminos a seguir en Moncloa, el que le lleva a conceder todos los privilegios a los nacionalistas que le han apoyado, ahondando en la desigualdad interterritorial de España y violando la Constitución, o negarse a ello y convocar elecciones.

POR: Antonio Manzano Marchirant (Badajoz Adelante)