OPINIÓN: Como diría Celdrán en Badajoz hay más armas que en Vietnam

Lo adelantábamos desde el periódico este miércoles, 25 de diciembre. Un hombre, de tan solo 27 años, fallecía a causa de un tiroteo tras una discusión ocurrida en un conocido bar de Badajoz. Suceso que debería ser inusual, trágico, negro para el Ayuntamiento y su ciudad.

Digo debería porque ‘los tiros’ no van por ahí, ni se aproxima, y es que, como dijo Alfonso Hernández Carrón, portavoz del Grupo Parlamentario Popular, en recuerdo a Miguel Celdrán, en Badajoz hay más armas que en Vietnam.

Ni se extrañan los políticos, ni atemoriza a las personas, ni es una novedad en los periódicos. Por suerte o por desgracia. Hablamos de una ciudad en la que, según dicen, hay una baja incidencia de delitos, aunque la realidad dista ‘ligeramente’ de esta afirmación.

Lo cierto es que hay lugares que la Policía no frecuenta, barriadas que no entran ni en la lista de sitios donde vivir de los extremeños, ‘guetos’ olvidados de la mano de dios sin control, sin seguridad y sin Gobierno.

Estos lugares viven en primera persona las malas decisiones de la política actual, y no es culpa de los cuerpos de Seguridad, si no de quién debería estar al pie del cañón dirigiendo ‘su ejército’, manteniendo la calma y haciendo cumplir la Ley.

Para muchos españoles esta será solo una muerte más de tantas otras, porque cada vez, aunque no nos guste admitirlo, nos parecemos más a Estados Unidos. Cada uno mira por si mismo y a los demás, que les den. Hasta que la desgracia llama a tu puerta.

Alfonso lo definía muy bien esta mañana, “que la Delegación actúe ya y que deje de hacer política”. Aunque siendo sinceros, también se aprovechó de la situación, ¿no?

Esta claro que hay que trabajar por la seguridad de los ciudadanos de Badajoz, pero me remito a las palabras que han dicho por activa y por pasiva los políticos de esta ciudad, hay ciudadanos de primera, segunda y tercera, y no hacemos nada para remediarlo.

Badajoz, ¿ciudad segura? O más bien, ¿un campo de duelo? Los escenarios se amplían y lo que antes se quedaba en casa o en esas barriadas olvidadas por quiénes nos gobiernan, ahora se desplazan a lugares como el Puente Real, haya niños, ancianos, madres, padres...

Quizás, y solo quizás, las diferentes instituciones que conviven en esta ciudad deberían de una santa vez dejar el bastón del poder a un lado y empezar a velar por el bien de sus ciudadanos los hayan o no votado.