25 Abril 2024
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OPINIÓN: El sentido crítico y la libertad absoluta, ¿prevalece el derecho a la vida?

OPINIÓN: El sentido crítico y la libertad absoluta, ¿prevalece el derecho a la vida?

La palabra libertad es bien acogida por todos y, especialmente, por la juventud como la posibilidad de abrazar al mundo con la explosión y alegría de una primavera vital. La libertad no necesita invitación para entrar como valor positivo en nuestra mente, especialmente la de los jóvenes.

Hay otras palabras que, por el contrario, parecen estigmatizadas y crean un rechazo automático como control, restricciones, ley. Esto lleva, a veces, a confusiones y a hacer imposible ejercer los derechos que más estimamos.

El derecho a la libertad se considera como un derecho fundamental para cada individuo, para cada persona, pero el número de personas implica la necesidad de regular su uso porque las cosas sobre las que podemos ejercer nuestro derecho, son limitadas. Un solo individuo tendría disponible para sí todo el universo, pero millones de individuos tienen que beber, que respirar, que alimentarse, que cuidar de su salud, y estos bienes -para poderlos ejercer- requieren algún tipo de regulación.

Las leyes, la regulación, no son la negación de la libertad, sino aquello que permite ejercer ese derecho por todos los individuos. Los derechos que proclamamos con alegría suelen ir acompañados de otros derechos complementarios: libertad, solidaridad, justicia, seguridad…

Hablamos de sentido crítico porque, a veces, la evocación de las palabras puede arrastrar nuestra voluntad de forma automática, en un sentido o en otro, sin una reflexión crítica adecuada.

La libertad no puede considerarse libertad absoluta para hacer cualquier cosa, porque haría imposible su uso cuando se trata de miles, de millones de personas con los mismos derechos.

Pensando en la situación actual, con los problemas mundiales de contagio, el término libertad debe ir asociado a otros valores que la complementan y la hacen posible. No podemos decir Viva la Libertad y despreocuparnos de los contagios y derecho a la salud propia y de los demás. Para esto hace falta no dejarse llevar de la evocación de las palabras que, siendo muy positivas, las circunstancias la pueden convertir en negativa.

La democracia, la libertad y alegría de vivir, no pueden desembocar en la pérdida de la salud o la vida de los demás o la propia.

El sentido crítico es necesario para la higiene mental, para no dejarse llevar de la evocación de las palabras vacías que cada cual llena con sus contenidos emocionales que, frecuentemente, no coinciden con la apreciación o evocación para otras personas.

Por eso, hace falta la reflexión, el sentido crítico para conocer y respetar los derechos de los demás. A veces, los derechos ajenos, con los que no contamos, son de nivel superior al de la propia libertad, como el derecho a la salud o el derecho a la vida.