COAG: "Ha sido un año catastrófico para la agricultura y la ganadería extremeña"
29 de Diciembre de 2022
La Renta Agraria total, en términos reales durante el año 2022, ha experimentado una importante caída del 8,7% respecto a 2021, según la 1ª estimación de la renta agraria publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Si comparamos la renta agraria real de 2022 con la de la media de los últimos cinco años (2018-2022) podemos observar que se encuentra un 6,4% más baja. Observando la evolución en términos reales, la renta agraria está un 11,5% por debajo de los niveles de 1990.
Según indica la Coordinadora Agraria de Extremadura (COAG), producir hoy es un 29% más caro que hace un año y un 71% que hace una década. Los incrementos más significativos durante el año que toca a su fin los encontramos en fertilizantes (62%), energía y lubricantes (50%), piensos (35%) y productos fitosanitarios (20%).
El mayor incremento de los costes de producción de los últimos 50 años
El incremento de los costes de producción agropecuarios es el elemento que más destaca del panorama agrario en 2022, el más alto en los últimos 50 años. A ello se une un riesgo de desabastecimiento de insumos esenciales para la producción, como es el caso de los fertilizantes. Según los datos del Ministerio de Agricultura los costes de producción se han incrementado un 55% en los dos últimos años (desde enero de 2021 a agosto de 2022).
COAG informa que los costes de la producción agraria comenzaron a subir a partir de enero de 2021, pero la tendencia se aceleró en los meses de verano y terminamos con un incremento interanual del 30% en diciembre 2021. En 2022, el incremento interanual ha alcanzado el 40% a mediados de año debido al impacto acumulativo que ha supuesto la guerra en Ucrania.
Esta situación lleva a dos riesgos fundamentales. Por un lado, el alza del precio de los alimentos para la población, tendencia que comenzó antes de la guerra de Ucrania y que ahora se ha agravado trasladándose a los lineales de los supermercados, fundamentalmente impulsada por la subida de los precios de la energía y las materias primas y también por los recortes de producción por la situación de sequía en España. A ello se une actualmente un escenario donde puede producirse un descenso de producciones en las cosechas de 2023 por los altos costes de los insumos e incluso dificultades de acceso a algunos de ellos (fertilizantes).
Por otra parte está la incertidumbre para los agricultores. “Los altos costes de producción nos abocan a un elevado riesgo financiero si se llegase a producir una caída de los precios al productor en las cosechas de 2023 (aspecto que viene principalmente determinado por la coyuntura internacional de la energía y las materias primas)”, sostienen. Esto lleva a los agricultores a extremar la prudencia porque además se están elevando los tipos de interés y dificultando el acceso al crédito.
“El problema es que un descenso de la producción presionaría los precios y la inflación al alza. La llegada de una crisis económica tendría también importantes impactos en los mercados y el comportamiento del consumidor, así como la evolución del tipo de cambio €/$. El escenario es tan volátil que es difícil hacer predicciones sobre cómo estaremos dentro de un año”, manifiestan.
La sequía en secano y restricciones hídricas en cultivos de regadío
La grave sequía, las elevadas temperaturas y el efecto climático tuvieron graves incidencias en las producciones extremeñas, de eso no hay duda. En el regadío las más afectadas fueron arroz, tomate y maíz; y en los secanos los cereales y el olivar tradicional con un descenso de producción de más del 50%. En la ganadería se incrementaron los costes por falta de pasto en la dehesa y los incrementos de los piensos para la alimentación ganadera.
Caso de especial preocupación es el sector apícola que, unido a los altos costes de producción, se suma a una parálisis del mercado de la miel y el polen, debido principalmente a las importaciones de miel de terceros países: “Sin control en el etiquetado en el que se indique su procedencia para que el consumidor pueda elegir”.
Nueva PAC: “Un verdeo de escaparate que no atajará el proceso de uberización del campo español, europeo y extremeño”
La Reforma de la PAC, que entrará en vigor en 2023, no es justa ni social y acelerará el proceso de desaparición de las pequeñas y medianas explotaciones del campo español, europeo y extremeño. La nueva arquitectura verde, en un marco de desregulación de mercados y una mayor volatilidad de los precios, cae como una pesada losa sobre el modelo social y profesional agrario, aumentando los costes de producción y la consiguiente pérdida de rentas en el sector y agravando aún más la competencia desleal de terceros países. Desde COAG defienden la sostenibilidad ambiental pero unida a la económica y social.
“El Plan Estratégico de la PAC que ha preparado el Ministerio de Agricultura también ha resultado decepcionante para nosotros, España desaprovecha el amplio margen de actuación que tiene para respaldar el modelo profesional y social agrario mayoritario en nuestro país. La definición de agricultor activo abre la puerta en la priorización de las ayudas a los perceptores que no ejercen una actividad agraria significativa, lo que perjudica a los agricultores cuyos ingresos provienen principalmente de su actividad agrícola. En el caso del pago redistributivo, así como en el caso de otras medidas, se debería beneficiar y no perjudicar a los agricultores profesionales, que dependen en mayor grado de los ingresos agrarios, algo que sucede justo al revés”.
La condicionalidad reforzada, que liga el 40% del presupuesto de la PAC a la lucha frente al cambio climático y al cuidado del medio ambiente, o la condicionalidad social y los eco esquemas, “no son instrumentos suficientes para de mayor sostenibilidad social y medioambiental”. Además, añaden que “nos podemos encontrar con más costes, mayor burocracia y con los mismos o menores apoyos sin que quede resuelto un problema principal y vital que es la renta de los agricultores. Entendemos muy difícil que a través de las prácticas medioambientales se logre un cambio de rumbo hacia un modelo de mayor sostenibilidad en todos los sentidos que impida el avance del proceso de uberización del campo español, europeo y extremeño”.
Desde COAG consideran por tanto que ha sido un año catastrófico para la agricultura y la ganadería extremeña.
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