Ser extremeño no es solo un origen: es un sentimiento, un compromiso y una esperanza compartida
8 de Septiembre de 2025
Este lunes 8 de septiembre Extremadura se viste de fiesta para celebrar su día. Una jornada que nos invita a mirar atrás con orgullo y hacia adelante con esperanza. Esta tierra, de paisajes interminables, de dehesas y ríos que parecen detener el tiempo, ha forjado un carácter fuerte y resiliente en quienes la habitamos. Extremadura no es solo un lugar en el mapa; es memoria, identidad y cultura que laten en cada plaza, en cada calle de la provincia de Cáceres o Badajoz.
Nuestra historia ha sido testigo de epopeyas y silencios. Extremadura ha dado al mundo figuras universales, desde conquistadores que cambiaron la historia hasta pensadores y artistas que han dejado huella. Pero también ha sufrido olvido y marginación en épocas de penurias. Es una tierra que ha resistido guerras, crisis y despoblación, y que hoy sigue reclamando la atención que merece dentro de España, exigiendo inversiones, infraestructuras y oportunidades para sus jóvenes.
Extremadura es cultura viva. Sus fiestas, su música y su folclore nos conectan con nuestras raíces. El Carnaval de Badajoz, los tamborileros de La Vera, las romerías y ferias populares, o el patrimonio histórico de Mérida y Cáceres, declarado Patrimonio de la Humanidad, nos recuerdan que somos herederos de siglos de convivencia de culturas. Pero esta riqueza cultural necesita difusión y apoyo para no quedar confinada a la nostalgia de los que vivimos aquí.
La gastronomía extremeña es otra de nuestras joyas. Jamón ibérico, quesos de cabra, aceite de oliva, migas y pimentón han hecho que nuestra cocina sea un referente más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para que productos locales, bodegas y mercados artesanales alcancen la visibilidad y el reconocimiento que merecen. El turismo gastronómico podría convertirse en un motor de desarrollo todavía más potente si se invirtiera con visión.
Nuestro patrimonio natural también merece reconocimiento y protección. Las dehesas, el Parque Nacional de Monfragüe, el Valle del Jerte o las Hurdes son lugares de belleza incomparable, refugio de especies únicas y destinos de aventura y contemplación. Sin embargo, Extremadura aún lucha contra la despoblación, la falta de oportunidades en el medio rural y los problemas de conectividad que limitan el desarrollo económico y social de muchos pueblos.
A pesar de las dificultades, Extremadura ha sabido reinventarse. Sus universidades, sus investigadores y su pujante sector agroalimentario demuestran que la región puede mirar al futuro con ambición. Pero para ello necesitamos políticas que respeten nuestra identidad y potencien nuestros recursos sin vaciarnos de jóvenes ni talento. Extremadura no puede ser solo un lugar para visitar: debe ser un lugar para vivir, crear y crecer.
En este Día de Extremadura, celebremos nuestra tierra con orgullo, recordemos a quienes nos precedieron y reflexionemos sobre lo que aún nos queda por hacer. Que esta jornada sea un recordatorio de que Extremadura es historia, presente y futuro; un lugar que merece ser conocido, protegido y reivindicado. Porque ser extremeño no es solo un origen: es un sentimiento, un compromiso y una esperanza compartida por todos los que amamos esta tierra.
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