OPINIÓN: De las bifurcaciones digitales. Laberintos y telas de araña para seguir leyendo durante el verano
Litografía de M.C.Escher 'Cóncavo y convexo' de 1995
Jose Luis Borges (Buenos Aires,1899-Ginebra,1986), uno de los grandes escritores en lengua hispana, nos ha regalado, anticipadamente, la más intensa narrativa contemporánea acerca de cómo estamos usando, consumiendo hoy mismo la red de redes mundial, la tela de araña: Internet.
El universo borgiano nos introduce en un tiempo circular, está repleto de cuentos mortales donde se mezclan fantasías y realidades. Mundos inmortales y países sin fundar: verdades de ficción con noticias verdaderas; infamias satisfechas como venganza; máscaras en uno de los estados de América; tecnologías rotadas de modo imposible símbolo de la negación; personajes filántropos que se denominan Adolfo Hitler; del traidor y el héroe, de mundos opuestos entre lo real y lo ficticio. En fin, todo un laberinto literario tan enorme y caótico que bien nos puede llevar a asombrosas vidas digitales que atrapan nuestra atención, móviles en mano, plataformas en línea, publicaciones infinitas de audio y video electrónico.
Cuando se gesta internet desde EEUU (departamento americano de defensa), entre los años 70 y 80, la sociedad comprende que por fin una tecnología iba a permitir expresarnos libremente, hablar con otra persona, potenciando la inteligencia individual y colectiva (la informática conversacional). De uso masivo a comienzos de siglo, la cantidad de información es tan abrumadora que reimagina un mundo globalizado cada vez más digital y disponible en cualquier momento del día para así optimizarla. Pero el cerebro humano es desbordado e incapaz de digerir todo lo que se ofrece.
Y ahí comienza lo que se denomina la "economía de la atención", que las multinacionales recién creadas como redes sociales, Google (2000-2004), Facebook (2004) y los videos YouTube (2005) saben atrapar, como recurso raro, por donde comenzar a vender con las diferentes estrategias publicitarias virtuales. Y la industria comenzó a acaparar esa nueva atención emocional puesta en marcha, que prometía democratizar, hacer plural y abierto, y que deviene mercantilización del comportamiento humano, mientras nos movemos por la red como si de un laberinto infinito se tratara. En 2016 entra China con la red social TikTok, videos verticales cortos, que se replicaron inmediatamente con los reels (Facebook) y los shorts (YouTube), Hoy, sin no préstamos a atención, todos nuestros datos tienen fines publicitarios.
Por internet se bifurcan miles de emociones, una tela de araña, como en el laberinto borgiano potencialmente infinito. Todo se fortalece al compartirlo, aun sin conocer en ese todo, lo falso o lo verdadero. Emitimos información electrónica para convencer a los demás, seleccionando aquello que reafirma las creencias propias. Por tanto, lo falso, el bulo, se presenta con la misma garantía que la moneda verdadera. Tienen el mismo valor hasta que se pilla al infractor. Vidas digitales para fantasear.
Para comunicarse, se escoge el instante emocional, ahora te lo escogen, sin que apenas puedas decidir. Y por el resto ya puedo descargar lo que precise, la mayoría de las veces de manera ilegal cuando quieres que la publicidad no aparezca. La libertad ha llegado, aunque el control lo tengan cinco multinacionales que manejan los motores de búsqueda, de mensajería y de las redes sociales.
Como en un espejo, cada espectador puede devenir creador transformando lo institucional de manera patente: sin intermediarios. Cada internauta hace su propia lectura, interviene como actor participativo desde cualquier lugar del mundo. Parece que la diversidad cultural ha ganado la partida, pero como en un espejismo, eres otro y a la vez el mismo (el espejo borgiano que todo lo invierte). En realidad, estamos impulsando un mundo intercambiable de espejos enfrentados. Y a esto lo denominan polaridad. Vidas digitales binarias.
Están las comunidades virtuales capaces de manipular los algoritmos de las redes sociales, elecciones políticas, pensamientos críticos hacia una polarización tóxica del debate público. Como si la utopía de una comunicación humana universal prometida, de la fuerza de invención subjetiva en forma de redes (web) se estuviera corrompiendo por intereses privados, como así lo demostraron Snowden (guardia en unas instalaciones secretas de la Agencia de Seguridad Nacional), y Asange (fundador de una página que destapó los excesos y los casos de corrupción de los gobiernos) al desvelar uno de los grupos de arañas tejedoras de la red de computadoras y dispositivos interconectados en todo el mundo ( Net). La araña tiene nombre y apellidos. Vidas políticas lucrativas.
Simona Levi, dramaturga, activista tecnopolítica, investiga cómo las instituciones tanto de los países autoritarios como de los democráticos manipulan información, sobre todo en periodos electorales. Así entendemos mejor como en la actual política española hay un interés inusitado en estar de manera continua en periodo electoral. ('Digitalización democrática. Soberanía digital para las personas', 2024)
Internet ha debilitado los medios de comunicación introduciendo “burbujas de sesgo” cuando queremos consultar cualquier información auténtica, más allá de las diferentes aplicaciones móviles. De hecho, cada vez se navega menos por las diferentes webs que es precisamente de donde se alimenta la Inteligencia Artificial, la nueva internet en curso.
La IA intenta reemplazar a la memoria humana generando, en segundos, textos, imágenes y sonidos con apariencia creativa a partir de los millones de datos acumulados en los webs aportados por todos nosotros que nos lo devuelven en forma de mercancía tecnológica virtual. ¿Lo tendremos que denominar explotación de la fuerza de invención humana, de su creatividad e innovación? ¿La IA es un nuevo inmaterial que cuando se concretiza o bien lo hace en forma lucrativa o desaparece?
La IA nos introduce en nuevas encrucijadas al descubrir la inteligencia colectiva apoderándose de la complejidad, un nuevo laberinto de tiempo borgiano que parece conquistar lo complejo cuando la IA, de momento, es consustancial a los modelos estadísticos actualizados y de ahí su uso desde el mundo científico como primera aproximación sintética. Pero, lo cierto es que está estableciendo nuevas formas de productividad, y de creatividad, que pueden llegar a ser una nueva referencia del valor económico otorgado por el capitalismo de plataformas digitales. ¿Un nuevo extractivismo mercantil? Vidas alien digitalizadas.
Por lo tanto, la IA nos ofrece un nuevo realismo, lean así la literatura borgiana, que desestabiliza los archivos del pasado, así como las perspectivas del futuro, enmarañados en hilos infinitos, a fin de que nos sigamos perdiendo en un solo mundo, el de internet. (Leer antes a Borges en su 'El aprendizaje del escritor'. Lumne, 2024).