24 Octubre 2025
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OPINIÓN: Convivir sin lágrimas con el fuego catastrófico mitigado de los montes

Convivir sin lágrimas con el fuego catastrófico mitigado de los montes


Los fuegos naturales del monte (que incluye a las dehesas y pastizales  naturales) son los que han moldeado la evolución de la vegetación salvaje leñosa que hoy está presente en las zonas de clima mediterráneo de todo el mundo. Los ganaderos de los montes mediterráneos han quemado en el pasado de forma controlada las áreas de arbustos y matorrales viejos para aumentar la productividad del crecimiento natural de los pastos herbáceos y leñosos. Hoy el fuego controlado de los pastores contribuye de forma testimonial a evitar o mitigar la propagación de los fuegos catastróficos en los montes  mediterráneos.

 

Estos fuegos del monte adquieren la categoría de catastróficos porque suelen afectar a grandes superficies y/o a las construcciones y viarios públicos de zonas rurales donde los propietarios privados y públicos han abandonado la gestión forestal activa. En otras palabras, el incremento respecto del pasado con gestión tradicional del monte, de la velocidad de la expansión de los fuegos catastróficos, son hoy el reflejo de la política forestal de los gobiernos, favorecedora de la renaturalización sin extracción de la vegetación leñosa. Esta política  forestal de libre acceso recreativo favorece el uso negligente del  fuego de los visitantes, la precaria gestión de las plantaciones forestales incentivadas por las administraciones públicas conduce al exceso de biomasa y degradación de la diversidad biológica, y sobre todo, acentúa la tendencia del mercado al declive de la ganadería extensiva. En el pasado, la gestión tradicional de los matorrales mediterráneos consistía en la roza en turnos de entre ocho y doce años, hoy o no se rozan, o cuando se rozan superan el turno de los 25 años.

 

¿Puede España evitar la destrucción por quema de las edificaciones y mitigar la quema catastrófica de superficies forestales a un coste  tolerable por los contribuyentes? La respuesta debe ser que sí es  posible. Para ello los ciudadanos debemos provocar el cambio de la  política forestal que fomenta la renaturalización salvaje del monte.  El cambio que se requiere es incorporar el concepto de economía de la  conservación de la naturaleza con uso económico que evita o mitiga la  pérdida de variedad natural única.

 

¿En qué consiste una política forestal orientad a la economía de la naturaleza? Esta consiste en las ejecuciones de selviculturas aplicadas y la lucha contra los incendios de los montes. En esta  política forestal se busca conjuntamente los usos económicos múltiples y la conservación de los recursos naturales y ambientales de los montes como suministradores de bienes materiales y servicios, tanto privados como públicos, que satisfacen el bienestar humano. Las selviculturas de conservación y la ganadería extensiva que generan  pérdidas económicas de sus productos comerciales han de ser compensadas por el valor de mercado simulado de sus bienes y servicios  no-comerciales que ofrecen a los ciudadanos. El gobierno ha de compensar a los propietarios del monte por los servicios públicos que libremente ofrecen. El tope de volumen de gasto por la compra de servicios públicos del monte del gobierno se debe estimar en un máximo  tolerable con base en la disponibilidad a pagar de los ciudadanos. Aunque hay margen para reestructurar el gasto público actual, podría  ser necesaria la implantación de una tasa finalista para la gestión  pública de los montes.

 

En definitiva, debemos convivir sin lágrimas de la mitigación al mínimo inevitable, física y económicamente, de un volumen de fuegos catastróficos naturales y humanos, cumpliendo el gobierno con los objetivos de evitar daños a las personas y a las construcciones humanas, y haber mitigado la degradación biológica de los paisajes forestales gestionados de nuestros montes.