OPINIÓN: Frankenstein y Drácula reinan en Badajoz
7 de Agosto de 2019
Puede que la culpa sea mía, porque no soy extremeña, y quizás mi forma de entender la política pacense diste mucho del punto de vista del resto de ciudadanos. Pero el caso es que, en los cinco años que llevo en Badajoz, me he formado una opinión y no muy positiva, la verdad.
¿Cómo se ha de definir la ética y moral que rige ahora al Consistorio de Badajoz? Diría que es la portada de Frankenstein, el moderno Prometeo, de Mary Shelley. Un experimento que une distintos órganos en un mismo cuerpo sin escrúpulos, un gran ejemplo de novela gótica como la publicada ese 11 de marzo de 1818.
Temas tales como la moral, la creación y destrucción de vida (la de los pacenses) y el atrevimiento de la humanidad (los políticos) en su relación con Dios (el poder), son los que podemos leer en este ejemplo único en toda España, una novela del género de ciencia ficción que se ha escrito sin ton ni son.
En esta situación se narra la historia de Francisco Javier Fragoso, destacado profesor y político, obsesionado por gobernar en ‘su ciudad’. En su afán por desentrañar la misteriosa victoria de Ricardo Cabezas en una guerra cuyas papeletas eran rojas, Fragoso crea un nuevo cuerpo, un nuevo equipo, la unión de distintas partes de las formaciones políticas, sean cuales sean sus ideales, bien diseccionados y encajados para que, el victorioso, se quede en la puerta de salida.
El problema le llega ahora al famoso Fragoso, ha creado un equipo sin control, sin alma, ¿qué es lo que quieren los distintos colores de la nueva bandera pacense? En esta novela la respuesta a la pregunta sería la siguiente: quieren al monstruo de Frankenstein, conocido en la cultura popular como ‘la criatura’.
Además, si a los pacenses ya les costaba aceptar esta nueva ‘criatura’ la contextualización se complica cuando publican en 1897 Drácula, una novela escrita por el irlandés Bran Stoker, quien ha convertido a su antagonista en el vampiro más famoso, Ricardo Cabezas. Se dice que este, con una pataleta de niño pequeño, mantuvo conversaciones diarias con la prensa, con sus ciudadanos, gratos o non gratos, para convencer a base de mordiscos que es la mejor opción para Badajoz. Mucho folclore pero pocas soluciones, se podría concluir.
Lo cierto es que a Badajoz no le viene bien ni una opción ni otra, no se merece a una criatura deambulando por la ciudad sin saber qué hacer, cómo organizarse, qué sentir común les mueve hasta sus objetivos. Ni necesitan a un vampiro que les chupe la sangre, las ganas de vivir, y que lejos de aceptar una derrota, más o menos limpia (depende del punto de vista), se mantiene a base de pataletas sin sentido que lejos de ayudar a sus adeptos asilvestra a una civilización.
Una cosa si podemos decir, ninguno de los dos se ha preocupado aún de cuidar a los que ocupan Badajoz, ni sus calles, ni su memoria, ni su alma.