OPINIÓN: ¿Un debate? Más bien un ‘plurimitin’
El debate entre los candidatos a la presidencia de la Junta de Extremadura, organizado por la televisión autonómica, ha sido la única oportunidad para que los extremeños pudieran ver juntos a todos los aspirantes. Y no estamos ante unas elecciones cualquiera: son las primeras anticipadas de la región y, además, en plena época navideña. El formato prometía mucho, pero la realidad fue otra.
Lo ocurrido anoche no ha sido, ni de lejos, un debate. ¿Un debate sin debate? Más bien un ‘plurimitin’. Un espectáculo pesado, aburrido, tedioso. Hubiera sido más sencillo entrar en la web de cada partido y leer su programa electoral. No hubo confrontación de ideas ni intercambio real de posiciones, salvo algún rifirrafe aislado. No porque los candidatos no quisieran, sino porque el formato lo impedía: diez candidatos hablando por turnos, sin opción real a profundizar ni a responderse entre ellos como debería.
La dinámica planteada favorecía el monólogo más que el debate. La mayoría miraba más al folio que a la cámara, ofreciendo mensajes rígidos, preparados y nada espontáneos. Cuatro bloques eternos, hasta llegar a los únicos 15 minutos en los que por fin se vio un intento de cruce de propuestas. Fueron apenas unos destellos de lo que muchos esperábamos: ver quién es quién sin guion y sin tapujos.
SOBRE LOS CANDIDATOS
El encuentro tampoco ha despejado una de las grandes incógnitas: qué ocurrirá si Guardiola no logra la mayoría absoluta. A diferencia de las pasadas elecciones, esta vez no cometió el error de atacar frontalmente a VOX. Todo apunta, según las encuestas, a que necesitará algún acuerdo para evitar repetir comicios. Ella o Gallardo, a quien se notó incómodo en algunos momentos pese a su larga experiencia como alcalde y presidente de la Diputación. A su alrededor sigue pesando además el problema de la supuesta “corrupción” del PSOE, un lastre evidente.
Gallardo se centró en lo suyo: repetir que la izquierda y lo público son lo bueno, mientras que la derecha y lo privado representan lo negativo. Una estrategia basada en el miedo que ya salió mal a su partido en anteriores elecciones. Veremos si esta vez funciona.
De Miguel fue, junto con Guardiola, la mejor oradora de la noche. Lanzó un mensaje claro, bien hilado y con dos objetivos: presentar su programa y alertar sobre una posible reedición de PP y VOX. Desde el otro extremo, Óscar Fernández (VOX) hizo lo que se esperaba: cargar contra el PP, el PSOE y el “bipartidismo corrupto”.
Entre las fuerzas más pequeñas -de momento-, dos candidatos destacaron por encima del resto: Raúl González, de Juntos por Extremadura Libre (JXEL), que domina su programa porque lleva todo el año trabajando propuestas y no solo cuando se acercan elecciones. Y Luis Blanco, de Por un Mundo Más Justo, que transmitió seguridad, experiencia y claridad en cada intervención.
Juan Viera (Una Extremadura Digna) demostró soltura y saber lo que quería decir, aunque su tono excesivamente campechano no terminó de transmitir lo que sí lograron otros. A Gerardo Rubio, de Nuevo Extremeñismo, los nervios le jugaron alguna mala pasada, algo comprensible siendo su primera vez y con tanta presión. Ignacio Segura, por Ciudadanos, dejó sensaciones muy pobres, insuficientes para un partido que difícilmente recuperará la confianza perdida. Y Javier Luna, sustituto en PACMA tras la reciente maternidad de su líder, no consiguió estar a la altura que el partido necesitaba.
Este artículo es, como corresponde, una opinión, sin intención de faltar al respeto a ninguno de los candidatos. Simplemente cuento lo que vieron mis ojos y escucharon mis oídos. Y lo que percibí es sencillo: a Extremadura le sobran candidatos.