El alumnado no fracasa, fracasa el sistema educativo
7 de Septiembre de 2018
Comienza el cole, y cada región lo hace a su ritmo: el calendario escolar varía según la comunidad autónoma.
La vuelta a las aulas más temprana se hace en La Rioja: el 6 de septiembre, mientras las últimas comunidades en incorporarse serán Baleares, Cataluña, Extremadura y Galicia: el 12 de septiembre. Hay algunas regiones, como Madrid, en las que no existe una fecha de inicio del curso concreta, pero sí hay un periodo establecido: entre el 3 y 7 de septiembre. En Murcia, la apertura de los centros educativos depende de cada localidad, pero los alumnos van incorporándose entre el 4 y el 11 de septiembre. Siendo uno de los objetivos de este curso reducir el índice de abandono escolar.
Ya lo avanzó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando declaró: “¿Cómo puede fracasar alguien que tiene 12 años?”. Según los datos facilitados por la oficina de estadística europea Eurostat correspondientes al 2017, la tasa de abandono escolar de jóvenes entre 18 y 24 años se sitúa en el 18,3%. Somos el segundo país con mayor fracaso escolar de toda la UE (Unión Europea), sólo por detrás de Malta.
Así, el ejecutivo ya ha anunciado la intención de aumentar la inversión en educación y para ello tramitará un anteproyecto de Ley para reducir las horas lectivas de los profesores y el número de alumnos por clase, así como acelerar las sustituciones por baja, entre otras medidas. Sin embargo, las causas del abandono escolar, según los expertos, van más allá del entorno del alumno y requieren de un cambio del sistema más que de una gran inversión.
“Es el sistema el que expulsa al alumno”, aporta Rodrigo Martínez de Ubago, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). “El fracaso escolar no existe como tal”, incide, y explica que puede haber dos motivos por los que se abandonan las aulas:
El primero, es que el sistema educativo no se ajusta a la manera de aprender y socializar de ciertos niños; y el segundo, porque un sector de los alumnos ha elegido otras vías alternativas para acceder al mercado laboral que no son las regladas o comúnmente aceptadas.
Conocer el método por el que cada alumno adquiere los conocimientos es clave para el éxito del sistema. “Cada niño tiene su personalidad, que viene establecida por los genes y no se puede cambiar. Pero desde los colegios obligan a todos a aprender de la misma forma, cuando esto no es posible. Siempre habrá algunos alumnos que no puedan seguir un hábito de estudio regular y que necesitan adquirir la información a través de una mayor estimulación, en grupo, a golpe de presión (lo estudian todo el día antes del examen)”, dice, “y ninguna forma es mejor que otra, sólo es diferente”.
ADAPTAR EL SISTEMA AL NIÑO Y NO AL REVÉS
“En la época de nuestros padres triunfaba el niño introvertido, con unos hábitos de estudio bien asentados. En esta época triunfa el niño sociable, el que trabaja en grupo. En ambos sistemas, los niños que no se adaptan al estilo predominante no son considerados buenos estudiantes”, explica Martínez de Ubago y añade que en ambos casos se etiqueta a los niños de vagos, cuando el único problema es que su personalidad no se adapta al método establecido. “Hay que adaptar el sistema al niño y no al revés”, apunta Héctor López, profesor colaborador del Grado de Economía de la UOC y subdirector de un colegio madrileño.
PROFESORES, EL MOTOR DEL CAMBIO
La formación del profesorado es fundamental a la hora de reducir la tasa de abandono escolar. Héctor López apunta que “los profesores deberían ser los mejores. No sólo los que tienen más conocimientos, sino los que mejor saben trasmitirlo”. “La formación continua al profesorado es más importante que cualquier otra medida”, añade López.
Martínez de Ubago, considera vital “invertir en la raíz del problema, que no es otro que tener buenos profesores que sepan enseñar a los alumnos de manera individualizada”. Y para ello, no sólo es necesario bajar las ratios de los colegios o disponer de más profesores de apoyo, sino que sobre todo es importante que los docentes tengan la formación, las ganas, y la vocación necesaria para entender a cada alumno, respetar y facilitar su particular acceso al conocimiento.
“Actualmente existen muy buenos profesores, con mucha vocación e intuición para enseñar a los alumnos según su personalidad. Pero necesitamos más. Necesitamos que los profesores sean la élite de esta sociedad. Ellos son, más que las inversiones, el motor de cambio”.
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