OPINIÓN: Las jóvenes vidas que se cobra el cyberbulling
2 de Julio de 2019
La historia que me contó mi hermano es aterradora. Aún escucho sus palabras resonando en mi cabeza y no hay nada que hacer para que pare el ruido. Ningún joven debería ver cómo entierran a su amigo con 14 años.
Las redes sociales hicieron su trabajo. Son innegables sus beneficios, la facilidad que ofrecen al transmitir información, comunicar y trasladar en tiempo real las noticias que un mundo curioso como el nuestro espera recibir. Pero tampoco se puede negar que cada vez es más común utilizarlas como arma de exterminio.
El amigo de mi hermano tan solo tenía 15 años cuando decidió que su vida no merecía la pena. Los comentarios en redes sociales, los rumores que no se ven pero se leen y el desamor hicieron su labor. No era suficiente el sufrimiento que sus amigos, conocidos, compañeros y familia, así que las redes sociales entraron en guerra psicológica, sin dar descanso a los que ya no estaban, y poniendo el peligro la integridad física y psicológica de las personas y más, si son niños.
Tenía que haber culpables en este ‘delito’ para poder darle una explicación a lo que había sucedido, y nadie mejor que una niña, su desamor. En ese momento las manecillas del reloj se pusieron en marcha, ¿sería lo suficientemente fuerte la joven para soportar el aluvión de insultos? Culpable, asesina.
Ahí entra en juego el ejemplo de unas nuevas generaciones obsesas que no logran despegarse del teléfono, que prefieren teclear a pasar el luto, perdiendo el tiempo en una interacción que no es humana. Sus dedos rápidos e inquietos escriben mensajes que el cerebro no piensa, pensamientos que pueden llegar a marcar la vida de una persona y hacer palidecer hasta el futuro más brillante.
La compulsión y obsesión, las miles de personas que chatean, la espontaneidad y la falta de filtros le dan nombre a otro tipo de acoso que ha provocado muertes: el cyberbulling.
Cuando empieza ya no hay quien lo pare, los vídeos, las fotos, los mensajes ya están mandados y la vida de otra persona está sobre el tablero de ajedrez. Jaque mate.
A la joven no le paso nada físico, pero tendrá secuelas psicológicas de por vida. Las personas que le rodeaban olvidaron que ella también sufría, y la joven no supo pedir ayuda hasta que las lágrimas barboteaban en su pupila y su horror ennegrecía el corazón. En el camino del acoso no solo se perdió un hermoso futuro, se perdieron dos.
Así que recuerda, si eres víctima del acoso escolar y el cyberbulling, busca ayuda.
Las delegaciones de participación ciudadana, existentes en todas las comisarías de la Policía Nacional, ofrecen los siguientes consejos para luchar contra el acoso:
Si eres víctima de algún tipo de acoso por parte de un compañero, pide ayuda y cuéntaselo a un adulto.
No estás solo: padres, profesores y la Policía Nacional están contigo para frenar esa situación.
Si como padre o profesor detectas que tu hijo o alumno muestra cambios de humor, está triste o huidizo, finge enfermedades para no ir al colegio o no tiene amigos, intenta hablar con él para saber qué ocurre y cómo poder intervenir.
Conciencia a la víctima de que no es inferior a nadie y crea pautas correctas para responder a las amenazas, humillaciones o maltrato del acosador.
Si eres testigo de un caso de acoso: no seas cómplice. Tu silencio engrandece al maltratador y le ratifica en su conducta. Implícate y denuncia.
Si recibes archivos, vídeo o fotos en las que se humilla a un compañero, o son de carácter íntimo y privado, no participes en su difusión: denuncia.
Si crees que eres víctima, o conoces a alguien que está siendo vejado o acosado por otros compañeros, puedes aportar tu información a la cuenta de correo seguridadescolar@policia.es atendida por especialistas de la Policía Nacional.
No hagas oídos sordos.
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