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OPINIÓN: Bienvenida sea la criatura

7 de Enero de 2020

OPINIÓN: Bienvenida sea la criatura

Tras el día de ayer parece que estamos a las puertas del parto. La parturienta ha roto aguas y al final no harán falta ni fórceps ni cesárea; la criatura saldrá sola, a pesar de un parto tan complicado y con tantos agoreros.

Ayer hervían “las dos Españas” desde bien temprano. En los bares, en las calles, en las televisiones, en las redes... En otros tiempos la desgracia era el oro de Moscú. Ahora es que Pedro nos ha vendido a los separatistas catalanes y España va directa al abismo. A una parte importante de los que van con esta cantinela no hay que hacerles ni puto caso, porque venden la mercancía de la secta a la que pertenecen: “España” y “a por ellos”. Se trata de la derecha rancia que arrastra la mugre que dejó el generalísimo, al que todavía añoran; una derecha que tiene un triple frente en conflicto y que pelea entre sí por ver quién consigue la herencia de Fraga, Aznar y Rajoy; la que ha robado hasta unos límites que deberían avergonzar a cualquier país civilizado. Todo en ella es mierda y corrupción.

Hay, sin embargo, otra parte de la gente preocupada por la división de Cataluña y por los males que nos puedan llegar con el nuevo gobierno. Esta inquietud me merece más respeto. Y me refiero a aquella gente que se ha visto decepcionada por la corrupción (que, con mayor o menor grado, se ha dado en casi todos los partidos políticos) y por el deterioro progresivo de la convivencia ciudadana que se ha venido produciendo en Cataluña. Si a esto le añadimos el cambio producido en el escenario político de nuestro país (el castigo a los grandes partidos, por ejemplo) y el nuevo el arco iris que se forma para poder gobernar, es comprensible que esta circunstancia coja descolocada a mucha gente, que expresa su preocupación de muchas maneras, y más si tenemos en cuenta la poca cultura política que sigue habiendo en este “ruedo ibérico”.

El hecho de tener que hacer coaliciones para gobernar, con un batiburrillo de partidos de distinto pelaje, es algo para lo que no todos están preparados. Así que se producen lamentos diversos que el tiempo irá encauzando y dirigiendo hacia la nueva política de pactos, a la que Europa ya está acostumbrada. La política hace extraños compañeros de cama, pero a mí me parece extraordinario y divertido que haya gente como la Merkel, capaz de haber pertenecido a algunos de ellos (desde los verdes a otros más conservadores), y de llegar a acuerdos que permitan la gobernabilidad y el progreso de países como Alemania.

Tome nota la derecha española de que no se hunde el mundo por ese tipo de alianzas.

Por tanto, comprendo la preocupación y los desahogos de mucha gente que, sin ser de los partidos que representan a la derecha española, están desconcertados con los comportamientos de una izquierda que también ha robado en más de una ocasión (lo de Andalucía no tiene nombre) y que se pelea entre sí, con gran torpeza, por la conquista del poder, con lo que a veces nos hacen perder tanto el tiempo como la esperanza.

A pesar de todo ello, quiero ver de manera positiva la alianza tan laboriosa y ajustada que nos mostraron ayer las Cortes. A pesar de las dificultades que intuimos, sería inteligente que las fuerzas progresistas se agarraran por fin a ese tren y, si consiguen aprobar los presupuestos y resistir la legislatura al menos un par de años, Cataluña y España entrarán en una etapa nueva en la que, además, jugarán un papel importante tanto a nivel internacional como en el seno de la Unión Europea.

¿Que algunos sectores de la izquierda son capaces de joder el invento? No digo que no. Que se pregunte la gente inteligente por qué el dictador ganó la guerra a un país que había votado a la República. No obstante, creo que esta ocasión es única para que las heridas cicatricen y España coja la senda de unidad y progreso que tanta falta le hace.

Y como soñar cuesta poco, déjenme que empiece el año con esta esperanza, que es bella y no cuesta dinero. Si las tres carcundas revueltas volvieran a ser mayoría en España sería por la división cainita de la izquierda y el centro progresista, en cuyo caso nos quedaría refugiarnos en Portugal, que es el país hermano que nos está señalando caminos de los que, hasta ahora, no hemos querido aprender.

De momento, ¡¡bienvenida sea la criatura!! Que el parto sea rápido, que encalostre bien y que se agarre a la teta con fuerza para que, cuando llegue el destete, ninguna carcunda pueda con ella. Estaremos atentos a mañana para saber si se puede empezar a escribir una nueva crónica, la de un país que debe acabar cuanto antes con la maldición de las dos Españas.