26 Abril 2024
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OPINIÓN: Los delincuentes, ¿héroes o modelos sociales?, ¿derecho a la verdad o derecho al error?

OPINIÓN: Los delincuentes, ¿héroes o modelos sociales?, ¿derecho a la verdad o derecho al error?

Este planteamiento parece una contradicción en sus propios términos. Por eso, quisiera aclarar cómo se entienden estas palabras.

Personalmente he defendido el “derecho al error” en mi tesis doctoral; pero, en definitiva, lo que defendía es el derecho a pensar con la propia cabeza y no ser sustituidos, como persona, por el solo hecho de acusar al otro de equivocado.

El error no implica la maldad ética de la mentira, del engaño, es un posible fallo del entendimiento, sin maldad. Pero se suele llamar error a lo que no coincide con el que piensa distinto. Si se anatematiza al pensamiento ajeno, estaríamos impidiendo el derecho a pensar como persona libre y estaríamos sometidos al pensamiento único, a la dictadura. Por eso, el derecho a equivocarse equivale al derecho a usar la propia cabeza, ser una persona, y no ser un simple repetidor de ideas ajenas.

Tratar de imponer las propias ideas por la fuerza, agrediendo a personas, destruyendo comercios, bares, o bienes públicos, no parece tener sentido si lo que se pretende es defender la libertad de expresión. ¿Dónde está la libertad de expresión para los que piensan otra cosa? ¿Es solo libertad de expresión para los manifestantes?

Para los inquisidores, el error se convertía en herejía, en difusión del mal y el mal no tenía derecho a difundirse. Mi postura era, precisamente, la contraria, defender que cada persona tiene derecho a pensar, aunque se equivoque, porque el error no está afectado por la maldad, no es el mal, sino que sería (caso de serlo) un fallo técnico de la mente, respetando siempre los derechos ajenos.

En este sentido, el derecho al error equivaldría al derecho a usar su propia cabeza en el descubrimiento y manifestación o expresión de la verdad (la que descubre su propia mente), no al error por sí mismo, cosa que nadie, en su sano juicio, pretende.

El derecho a la verdad es un derecho natural de comunicarse con los demás. Es valorar el espacio racional en que vivimos a través de la palabra, del lenguaje.

Si el medio natural y ecológico que habitamos se contamina con ideas falsas que no corresponden con la realidad de las cosas, la convivencia sería imposible, como no pueden vivir los animales a los que se les destruye o contamina el medio en que viven.

Negar el derecho a la verdad es como negar el derecho a la vida social o el medio en que habita cualquier especie.

La verdad nos permite el progreso cuando la palabra corresponde a las cosas a que nos referimos. No habría ni posibilidad de hacer ciencia si no hubiera posibilidad de comunicarnos la verdad.

Son contrarias a la verdad las simulaciones, aparentar lo contrario de lo que son las cosas, mentir, falsear o hacer propaganda que pretenda hacernos ver las cosas contrarias de lo que son.

No podemos comprender ni aceptar racionalmente que, a personas que no respetan los derechos de los demás, se les pueda considerar como héroes o modelos sociales. Cualquier derecho es relativo a los derechos de los demás. Un derecho absoluto, en cualquier materia, sería imposible de cumplir desde el momento en que ese mismo derecho lo tuvieran varias personas… Sería la guerra de cada uno contra el derecho exclusivo de los demás. Esto parece irracional, absurdo, rechazable en una sociedad democrática. Los derechos son inclusivos. Los derechos humanos o fundamentales son para todos, no solo para delincuentes.

Por esta y otras razones, no comprendemos que los delincuentes que no respetan los derechos de los demás, puedan considerarse como modelos o héroes en una sociedad y que se llegue a destruir, por la fuerza, comercios, bares o bienes públicos para defender intereses de alguien que no respeta los derechos ajenos.

No se debe imponer por la fuerza y la agresividad personal lo que no se consigue por la razón y la convivencia democrática.

 

FOTO: RTVE