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OPINIÓN: Los extremeños que desprecian Extremadura

11 de Febrero de 2020

OPINIÓN: Los extremeños desprecian Extremadura

Sin ánimo de menoscabar a ninguna de las personas que lean estas líneas, caemos en el error de subestimar cualquier conocimiento de nuestra tierra. Me siento frustrada de ver tópicos reproducidos día a día y no es de extrañar que los mismos habitantes de Extremadura los repitan.

Existe una imagen que se divulga como la pólvora en los medios de comunicación, la misma que se reproduce de manera continuada en la memoria de los extremeños: una tierra donde todo llega tarde o no llega. Comidilla de los periódicos por las malas noticias, para la decepción de todos sus habitantes.

Somos conocedores de estas nuevas y ya nos hemos acostumbrado a ellas, se han normalizado de tal forma que parece que lo llevamos en el ADN. No obstante, al otro lado de la mira, están aquellas buenas noticias que lejos de celebrarlo las despreciamos.

Ejemplo de ellos es el ‘estremeñu’, patrimonio histórico inmaterial reconocido por el propio Consejo de Europa y hecha llegar hasta estos representantes por manos de extremeños que se dedicaron en cuerpo y alma de hacer notar a Extremadura por su grandeza y no por los datos del paro. Ni la Junta, ni el Gobierno de España, sea cual sea el color político, se ha preocupado de que la región sea reconocida por algo más que por su tren, y una vez conseguido, surge el desprecio entre sus propios abanderados.

Los propios extremeños desprecian la historia y raíces de su tierra. Somos los primeros en preguntaros el ¿para qué? Y la respuesta está clara, hablamos de que las provincias más grandes de España tienen un patrimonio histórico que ha sido reconocido por un órgano que se sitúa en la cima. Nos hacemos un nombre por tener una cultura propia, irrepetible, única y que, pese a los años, sobrevive. Nuestros abuelos la hablaban, y sí, nosotros deberíamos enorgullecernos, llevarla con orgullo bajo los colores verde, blanco y negro, porque nos identifica y eso no nos hace menos españoles, o menos extremeños.

La diversidad debería ser motivo de orgullo, debería ser una razón por la que luchar, porque es reconocer que Extremadura tiene mucho por lo que vivir, mucho que contar y mucho que mostrar. Es admitir que la región no solo es el tren, las ambulancias Tenorio, el paro, las líneas de autobuses, el rojo de la Junta o el avión de Talavera.

Nos sitúa en el mapa para ser conocidos por lo que realmente representamos en nuestro país: historia, patrimonio, paisajes, cultura, lenguas, diversidad. El estremeñu, A fala y el portugués rayano forma parte de nuestro ADN mucho antes de que el tren existiera.