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Padece vigorexia, ortorexia, diabulimia, pregorexia, potomanía o drunkorexia y ¿no lo sabe?

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15 de Agosto de 2018

Padece vigorexia, ortorexia, diabulimia, pregorexia, potomanía o drunkorexia y ¿no lo sabe?

El verano es una de las épocas más esperadas del año por todos los beneficios personales que conlleva -vacaciones, playa, buen tiempo, etcétera- aunque para algunas personas tiene unas claras connotaciones negativas. Nos estamos refiriendo a la necesidad de aligerar el vestuario y descubrir ciertas partes del cuerpo para combatir las altas temperaturas. Algo que no todo el mundo lleva demasiado bien.

Tal es así que cerca de la mitad de los españoles aseguran haberse puesto a dieta alguna vez en la vida. Además, el 61.5% reconoce que le preocupan las calorías que ingiere y mientras que el 54% solo trata de llevar una alimentación equilibrada, el 7.5% asegura contar las calorías que se lleva a la boca. Este comportamiento, por desgracia, podría acabar derivando en problemas mayores como trastornos alimentarios si no se controla.

Según los datos del comparador de seguros de salud Acierto.com, el número de casos detectados durante esta época del año se dispara entre y un 20% y 25%. Unas “enfermedades de verano” entre las que se encuentran la anorexia y la bulimia a la cabeza.

Las mujeres jóvenes (de entre 13 y 25 años) son las más vulnerables, una franja que ha descendido en los últimos 10 años. Durante los últimos cuatro también se ha apreciado un incremento en el número de hombres que sufren este trastorno. Así, en cifras globales, se estima que hasta 70 millones de personas en todo el mundo sufren patologías alimentarias, y que el 85% son mujeres.

En el caso de ellos las más frecuentes son la vigorexia y la ortorexia. De hecho, más de la mitad de los encuestados por el comparador de seguros admitió que se apunta al gimnasio por estética, para “lucir tipazo”, en lugar de ir motivado por mejorar su salud.

De hecho, en Extremadura, la Adetaex, la Asociación en Defensa del Tratamiento de los Trastornos Alimentarios en Extremadura, principalmente Anorexia y Bulimia, atendió a 250 personas solo en la ciudad de Badajoz.

El culto al cuerpo y a la alimentación sana, la importancia de la imagen y la asociación de conceptos como la delgadez al éxito tienen mucho que ver, pero, por supuesto la autopercepción y disfunciones afectivas del propio paciente.

En la antesala de su desarrollo solemos encontrar abusos sexuales, desestructuración familiar, dietas excesivamente estrictas y más. Los síntomas son variados y dependen de cada enfermedad concreta, pero en términos generales los pacientes emplean la comida como una forma de control o satisfacción. Las restricciones, ingestas compulsivas, vómitos, etcétera resultan habituales.

OTROS TRASTORNOS ALIMENTARIOS QUE VAN EN AUMENTO

Más allá de la anorexia y la bulimia, existen otros trastornos alimentarios poco conocidos como la ortorexia, la diabulimia, la pregorexia, drunkorexia, la ingesta compulsiva, etcétera. De hecho estos dos primeros se encuentran en pleno auge. Pero, ¿en qué consisten exactamente? ¿Cómo podemos tratarlos?

Respecto a la ortorexia, se trata de la fijación por “comer bien”. Los afectados controlan al milímetro la composición nutricional de lo que ingieren, memorizan calorías y tablas de forma compulsiva y llevan a cabo ciertos rituales (uno habitual es cortar los alimentos solo con cuchillos de cerámica. La consecuencia más inmediata tiene que ver con su sociabilidad -dejan de salir para llevar a rajatabla la dieta, y tienden a sentirse superiores por su forma de control-. A largo plazo pueden darse carencias nutricionales y otras parecidas a las que tienen los pacientes bulímicos y anoréxicos.

La potomanía, asimismo, resulta también muy frecuente. Consiste en la obsesión por hidratarse. Los pacientes lo hacen hasta tal extremo que acaban teniendo desequilibrios electrolíticos, es decir, que afectan a los minerales que necesita su cuerpo para funcionar con normalidad. Es también un trastorno de la ansiedad multicausal.

En cuanto a la drunkorexia, los pacientes dejan de comer para “poder beber” y “compensan” las calorías -incrementando las posibilidades de daño hepático-. Está muy ligado a la anorexia. La pregorexia la sufren aquellas embarazadas que tratan de no engordar durante la gestación por todos los medios, incluso a costa de poner a su hijo en peligro; y la diabulimia la sufren los diabéticos que deciden prescindir de la insulina para adelgazar.

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