19 Abril 2024
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COMBA 2023: Nada cambia para que todo siga igual

COMBA 2023: Nada cambia para que todo siga igual

 

Badajoz lucía ayer sus mejores galas de viernes de Carnaval para lo que parecía ser una final inédita, una final del pueblo. El trabajo de las murgas finalistas se vería recompensado en el templo carnavalero por excelencia, y así lo esperaban todos. Pero, incluso en las mejores casas “cuecen habas” y nada pareció ser lo que al final resultó.

 

Una noche larga, repleta de emociones, risas y alguna lágrima derramada mejilla abajo. Una noche en la que cada una de las 8 murgas entregó lo mejor que tenían ante un jurado que se ciñe a las bases cuando le interesa y reniega de ellas cuando no le agrada tanto.

 

Vaya por delante que el fallo del jurado no depende de los grupos que regalan sus coplas a los oídos del público de butacas y el anfiteatro del López de Ayala. En realidad, nosotros, “los de a pie de calle”, todavía no sabemos muy bien de qué depende. Y no lo sabemos porque durante años nada cambia para que todo siga igual. Posiciones intercaladas entre unos y otros, al ton y son de los que sin lucir sus túnicas de jueces ejercen como tales con mallete en mano. Ni hablemos de la obsoleta organización que durante estos días ha teñido de blanco y negro el COMBA 2023. Ni siquiera las murgas comprenden por qué no se hace público el recuento de puntos en cada una de las fases, como viene siendo tradicional, desconociendo por tanto la posición que cada una de ellas ha recibido por parte de un jurado orquestado. ¿Algo que esconder, tal vez?

 

Pero, procedamos al análisis. Este año, el sistema de puntuación recogía aquello que hemos “conocido” por gracejo. Pero, ¿alguien se ha molestado en explicarlo? La respuesta es rotunda, y ya la conocen. Efectivamente, nadie se ha tomado la molestia de explicar cómo funcionaría este nuevo elemento, tan solo conocemos cuánto se valoraría en la tabla de puntos. Las bases, que desde hace años premian sobre manera la música y las letras por encima de todo lo demás, no son justas, y todos lo saben. Sí, lo que leen. Por encima del tipo, de su originalidad, de la interpretación del personaje, de la escenografía, de absolutamente todo. Pero, ¿qué tipo de letras han valorado entonces?

 

Siento si encuentran muchos “peros” a lo largo de estas líneas, no sé si se puede dudar de otra manera de un concurso que se está quedando obsoleto, y que como escuchaba ayer en los pasillos del teatro, huele incluso a “rancio”.

 

Y los hay que aún se preguntan por qué la participación en el concurso cada año se reduce, cuando en realidad saben que la (dudosa) toma de decisiones del jurado, constantemente, actúa en detrimento de esta fiesta. Nuestro templo, el de los murgueros, la afición y los medios de comunicación que entregan lo mejor de sí mismos para cubrir cada fase, está siendo usurpado. Sí, usurpado por los de siempre, por los que detentan el poder y así lo sienten, por los que sin sentir la fiesta interpretan unas bases a su antojo y dictan sentencia sin miramientos.

 

No sé cuánto tiempo más tiene que pasar para que las murgas se impongan y tomen el relevo. No sé qué más tiene que pasar para que se haga justicia con los que nunca la reciben.

 

Mi reconocimiento al trabajo de todas y cada una de las 24 agrupaciones valientes que este año han decidido participar en un concurso así. Un concurso que ni es de la murgas ni es del pueblo. El COMBA está muriendo, le estamos dejando morir. No fueron cobardes los que decidieron retirarse para salir en la calle. Al fin y al cabo están haciendo Carnaval para la gente, para la ciudad y para alejarse de los entresijos de una merienda a la antigua usanza.

 

No se extrañen, entonces, si el año que viene volvemos a no tener preliminares. Y claro, pondremos de excusa la pandemia, o la llegada de los ovnis. No se extrañen, si de nuevo, estamos perdiendo la esencia, las ganas, la garra. Y no lo hagan, porque recogerán lo que están sembrando. Un concurso con cada vez más sillas vacías a modo de Congreso de los Diputados en alguno de esos debates aburridos. Y lo peor, es que las sillas vacías no volverán al teatro, porque habrán decidido instalarlas en cada uno de los rincones de esta maravillosa ciudad que solo espera un Carnaval a la altura de lo que merece.

 

El Carnaval de Interés Turístico Internacional, para ustedes, el Carnaval de la calle, para todos nosotros.