OPINIÓN: ¡Cuídate de los Idus de marzo!
13 de Marzo de 2022
PP
En la cultura de la antigua Roma, los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo julio y octubre. Sería un 15 de marzo cuando Julio Cesar, quien tan “grande hizo a Roma”, fuera asesinado por sus senadores en el año 44 a.C., hito que para muchos historiadores supuso un punto de inflexión en la historia de Roma y el acontecimiento que marca la transición de la república al imperio romanos.
Después de su victoria en las primarias a presidente, Pablo Casado venía teniendo serios problemas para mantener el control orgánico del Partido Popular. A lo largo de estos cuatro años ocupando la presidencia, le habían surgido varios enfrentamientos con personas y cargos relevantes de su partido que, de un modo u otro, cuestionaban su liderazgo. Con Cayetana Álvarez de Toledo, a la sazón portavoz del grupo parlamentario popular en el Congreso, cuyo enfrentamiento con Casado le costó la dimisión; con Juanma Moreno Bonilla presidente de la Comunidad andaluza, cuyas discrepancias fueron aireadas en público, por el control orgánico territorial del partido en Andalucía.
Pero el más evidente de todos ha sido, sin duda, el enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Un enfrentamiento, por más que los protagonistas lo nieguen, cuyo origen estaba en el cuestionamiento de la presidenta de su líder nacional y su reivindicación de la presidencia del partido en la región de Madrid. Díaz Ayuso llevaba meses reclamando a la dirección de Génova un adelanto del Congreso de Madrid, algo a lo que la dirección siempre se ha negado por considerar que vulneraba el compromiso acordado por el partido para convocar, primero, los congresos regionales de las comunidades pluri-provinciales y después, los de las comunidades uni-provinciales y de las ciudades autónomas. Pero no nos engañemos, el éxito electoral de Díaz Ayuso en Madrid en 2021 y una meditada campaña mediática de exaltación de su figura ponían en serios aprietos el liderazgo a futuro de Pablo Casado.
Todo ello en un ambiente político y social enrarecido y crispado y el auge electoral de VOX. Sin entrar en lo acertado o no de la estrategia de la dirección del partido de la supuesta investigación a la presidenta de Madrid, y sin entrar a valorar penal o éticamente los contratos y las comisiones recibidas por sus familiares, Casado y su dirección han estado a lo largo de estos últimos tres años dando bandazos en su estrategia y en sus políticas.
En los últimos meses, todo han sido contradicciones y desatinos. Tan pronto veíamos a Casado diciéndole basta a VOX en la fallida moción de censura al gobierno de Sánchez, como tachando a este mismo de felón, filo-etarra o vendepatrias. Igual oíamos decir a los líderes del PP que la reforma laboral del Gobierno era un despropósito que iba a arruinar a las empresas y al mercado de trabajo español, como que era una simple “reformilla”, un “maquillaje”, del anterior texto aprobado por el PP cuando gobernaba y que no cambiaría nada. La dura y, en mi opinión, equivocada estrategia del PP de oposición al gobierno tachándolo desde un principio de “ilegítimo” y oponiéndose por sistema a todas las propuestas del gobierno; la estrategia de aprovechamiento de la inestabilidad generada por el confinamiento y la pandemia para desgastarlo, y más recientemente, la intencionalidad de sembrar dudas, dentro y fuera de nuestro país, sobre la asignación de los fondos europeos de reconstrucción y el fallido intento de tumbar el acuerdo para la reforma laboral, no han ayudado a asentar una imagen de líder con sentido de estado.
Un equilibrio de cuerda floja, con un partido como VOX marcándole el paso de lo que es o no es un buen español de derechas. Ese difícil equilibrio, y con él su liderazgo, se ha ido al traste paradójicamente, no por los adversarios políticos, sino por los enemigos de dentro del PP. Como los idus de marzo, pero en esta ocasión en febrero, Pablo Casado ha sido dura y cruelmente “asesinado” políticamente por los suyos.
Aquellos que hace apenas unos días lo jaleaban y aplaudían en las sesiones de control al gobierno de los miércoles son los mismos que ayer martes le daban la espalda y le pedían con urgencia su dimisión y la de su dirección. Le instaban a convocar urgentemente un Congreso Extraordinario que dilucide quién será el próximo presidente del partido, con una nueva dirección, que deberá tratar de competir con Sánchez en la carrera a la Moncloa en las próximas elecciones, seguramente a finales de 2023, al término de la presidencia de turno de España en la UE. No obstante, con el asesinato de Julio Cesar la decadencia y contradicciones de Roma no desaparecieron.
Del mismo modo que la caída de Casado y su dirección no hará que se esfumen los problemas del PP, seguirán estando ahí. La nueva dirección nacional del PP, sea Feijóo quien la lidere o cualquier otro u otra, deberá enfrentarse a problemas muy parecidos. Continuarán la corrupción de aquellos dirigentes que usan las instituciones en provecho propio, las luchas de poder por el control de los órganos del partido y la pugna de VOX que atenaza al PP democrático, moderado, moderno y con sentido de estado, en un entorno político cada vez más polarizado.