9 Mayo 2024
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OPINIÓN: El arte del engaño

OPINIÓN: El arte del engaño

 

Para “desfacer” entuertos, quiero asegurar que me gustan los toros de pueblo y las corridas. Era el plato principal de las fiestas: “si no había toro, no había fiesta”.

 

Esto no es contrario a algunas reflexiones y comparaciones que quiero expresar. He visto estos días bastantes corridas y, a veces, me sentía perplejo de que el toro, los toros, con grandes ojos y formidables defensas, parecía que no se enteraban de lo que estaba ocurriendo. Lo más serio de la fiesta es el toro, decía un torero. El torero era el listo, el que jugaba con sus impulsos ciegos porque al toro no le bastan los ojos para ver lo que tiene delante. La capa delante, o detrás del torero es lo que el toro ve.

 

¿Qué diferencia hay entre el toro que toma en serio, como enemigo, al torero, hasta la muerte, y el torero que juega con el toro?

 

Como el timo de la estampita de los pícaros, el torero juega con la ingenuidad y fuerza bruta del toro. Le basta la capa. El toro que mira, no busca otra cosa que el propio engaño. Por eso se dice “el arte del engaño” y, no pudiendo menos de tener en cuenta lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Extremadura durante más de cuarenta años, espontáneamente sustituía al toro que embiste y es engañado, y al torero que engaña y no se lo toma en “serio”.

 

Al pueblo, a veces, le ocurre lo que al toro. No ve más que la capa, no ve al que mueve la capa, al que le engaña. Lo intuye, pero se va siempre tras la capa, la capa que todo lo tapa. Es el equivalente de la propaganda, de los programas interminables de la televisión o de la radio, como capa que tapa los ojos al pueblo para que no vea la realidad, sino la capa, las promesas falsas, el engaño permanente.

 

Se dice, con frecuencia, “todas las comparaciones son odiosas”. Apelo a la capacidad del lector para superar las diferencias evidentes entre los términos de la comparación. Pero algunas comparaciones nos permiten tener el sistema métrico decimal o el sistema de medidas para poder movernos y comprender el mundo. Las comparaciones son culturalmente necesarias, salvando las diferencias.

 

Quiero remarcar que para ver y manejarse en la vida, no bastan los ojos. La evidencia por la imagen, a veces, ciega y no es evidente. Más allá de la imagen está la inteligencia, el concepto, los juicios. A juzgar por su comportamiento, nuestros queridos zorros con hermosas cabezas se quedan en la imagen y el movimiento. Más allá de todo, está el juicio del torero que trasciende las imágenes de la propaganda, que parecen evidentes y son falsas.

 

Me gustan los toros, quiero a mi pueblo, me gustan las corridas y que cada cual se mueva en su escenario con libertad y sensibilidad para enterarse de lo que hay más allá o por encima del trapo con el que se nos engaña.

 

Para Extremadura, 40 años de promesas falsas deberían ser suficientes para que el pueblo usara su sentido crítico y no siguiera tras la capa con la que ha sido engañado durante tantos años. Más allá de los ojos del toro, hay que usar la inteligencia y el sentido crítico.