9 Noviembre 2025
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OPINIÓN: La epidemia silenciosa de los likes, el scroll infinito y el miedo a quedarse fuera

La epidemia silenciosa de los likes, el scroll infinito y el miedo a quedarse fuera

 

Cada vez que un adolescente desliza su dedo por la pantalla, no solo está pasando vídeos o fotos: está dejando que el algoritmo trace una parte de su personalidad. Las nuevas generaciones se han criado en un mundo en el que Internet ya no es solo una forma de comunicación global, sino un escenario que moldea emociones, autoestima y salud mental. El “me gusta” se ha convertido en la nueva moneda de valor personal, la figura del “influencer” en el principal modelo a seguir, y el “para ti” en un espejo algorítmico que define nuestros gustos, pensamientos y aspiraciones. Ante una realidad preocupantemente liderada por las redes sociales, ¿no sería momento de cambiar la forma en la que las utilizamos?

 

Los datos son claros y alarmantes: alrededor del 32 % de los jóvenes de entre 15 y 24 años muestran un riesgo elevado de uso compulsivo de redes, y un 13 % de estos ya sufre ciberadicción. No se trata de casos aislados, estamos ante una epidemia silenciosa que se esconde detrás de pantallas y notificaciones interminables. Los efectos van mucho más allá de “pasar mucho tiempo con el móvil”, pues el aumento de ansiedad y depresión entre adolescentes ha crecido un 70 % en los últimos 25 años coincidiendo con el auge de las plataformas digitales. 

 

Las noches sin dormir por quedarse “conectados” y los problemas de autoimagen que nacen por la obsesiva comparación con cuerpos y vidas completamente idealizadas son solo la punta del iceberg. Sin dejarnos atrás el FOMO (fear of missing out), ese miedo a ser ignorado, a no estar al día, a quedar fuera de la conversación virtual. Una angustia constante que empuja a los jóvenes a revisar compulsivamente sus redes, incluso cuando saben que eso les hace sentir peor. 

 

Las redes sociales, diseñadas para conectar, están terminando por aislar, y es que paradójicamente, cuanto más se buscan vínculos digitales, más se debilitan los reales. Las conversaciones cara a cara son reemplazadas por mensajes de texto, emojis o stickers, y la validación emocional, por corazones virtuales. 

 

No se trata de demonizar estos canales digitales de comunicación, sino de aprender a manejarlos con responsabilidad. Las redes pueden ser herramientas muy útiles y poderosas a la hora de expresarse, aprender y crear en comunidad. Sin embargo, es importante no caer en la trampa del scroll infinito que sustituye con frecuencia al descanso y a la percepción real de uno mismo. 

 

Es momento de que familias, centros escolares y plataformas asuman su papel educativo y divulguen el uso consciente y saludable de las redes. No es una cuestión opcional, la actualidad lo presenta como una necesidad urgente, ya que, si no se para a tiempo, corremos el riesgo de criar una generación entera que defina su valor en base a la cantidad de likes y seguidores en este mundo cibernético.