OPINIÓN: Las elecciones las ha ganado la abstención, no Guardiola
El movimiento abstencionista o abstencionario (más correcta gramaticalmente la primera forma) lleva mucho tiempo adquiriendo fuerza en España. Y los motivos son claros y recurrentes: el hartazgo de la política y de los políticos, por un lado, y la convicción de que el actual sistema no es verdaderamente democrático, por otro. Cada convocatoria electoral refuerza esa percepción en una parte creciente de la ciudadanía que ya no ve el voto como una herramienta de cambio real.
Son varios los movimientos que abogan por este cambio a través de la abstención consciente. El más conocido y estructurado es el de la Junta Democrática de España, que explica de forma sencilla por qué no vivimos en una democracia plena, sino en una partitocracia. En España, los ciudadanos votamos normalmente cada cuatro años listas cerradas de diputados elaboradas por las cúpulas de los partidos. Una vez elegidos, esos diputados conforman el Poder Legislativo y, desde el Congreso, eligen al presidente del Gobierno que más convenga a su partido; es decir, al candidato que les indique su líder.
De este modo, el Poder Ejecutivo tampoco es decidido directamente por los ciudadanos. Y el círculo se cierra con el Poder Judicial, cuyos órganos de gobierno están integrados por jueces y juristas designados, en última instancia, por los propios partidos políticos. No es una exageración ni una teoría conspirativa: es el funcionamiento real del sistema. Tres poderes que, lejos de ser independientes, se encuentran interconectados a través de las mismas estructuras partidistas.
Este problema no se limita al ámbito nacional. A nivel autonómico y municipal, las opciones que se presentan al votante son prácticamente las mismas: listas cerradas, sin representación directa del territorio. No se vota a una persona concreta del distrito que rinda cuentas ante sus vecinos, sino a una lista impuesta por una dirección del partido que, en muchos casos, decide desde Madrid quién debe ocupar cada puesto.
Por eso, cuando se conoció que solo un 62,73% de los extremeños acudió a votar este domingo en las elecciones anticipadas, los abstencionistas no lo interpretaron como apatía, sino como un síntoma. Un síntoma de que una parte significativa de la población empieza a cuestionar la utilidad de participar en un sistema que percibe como cerrado y ajeno a su voluntad.
En este contexto, proclamar que las elecciones las ha ganado Guardiola es quedarse en la superficie del resultado. La verdadera vencedora ha sido la abstención, que se consolida como la opción mayoritaria silenciosa. No porque la ciudadanía no tenga opinión, sino precisamente porque muchos consideran que su opinión ya no cuenta dentro de las reglas actuales del juego político.