19 Diciembre 2025
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OPINIÓN: Si no votas, te mueres

Antonio Alfaro

19 de Diciembre de 2025

OPINIÓN: Si no votas, te mueres

 

Asistimos a la última y más delirante pirueta del “higienismo democrático” contemporáneo. Recientemente, informaron los rotativos de que una investigación de la Universidad de Helsinki —publicada en el Journal of Epidemiology & Community Health— ha descubierto que el comportamiento electoral es un “determinante social de la salud” más potente que la propia educación. Según estos augures del determinismo nórdico, el riesgo de muerte aumenta un 73% en los hombres y un 63% en las mujeres que incurren en el “pecado” de la abstención. ¡Admirable hallazgo! Resulta que la papeleta no es ya un instrumento político, sino un amuleto taumatúrgico, una suerte de bálsamo de Fierabrás capaz de detener a la misma muerte.

 

Nos dicen, sin que se les mude el gesto, que el “abandono del hábito de votar” es una señal de deterioro clínico. Traducido al lenguaje de los hombres libres, pretenden que el miedo a la parca nos empuje a las urnas como ganado al abrevadero. Y así llegamos a este domingo, 21 de diciembre, donde la sufrida Extremadura es convocada a unas mal llamadas “elecciones” a su asamblea legislativa.

 

Pero no demos pábulo a un engaño con eufemismos de gualtrapa. Lo que se celebra este domingo no es una elección, sino una votación de ratificación. Gracias a este “bodrio de Constitución”, como diría un tal Juan Manuel, que “nos hemos dado”, la voluntad del extremeño ha sido degradada a la condición de filfa litúrgica. Votar es hoy un gesto vacuo que apenas altera el destino de una región cuya suerte ya está servida, merced a las listas cerradas y los cambalaches en los cenáculos partitocráticos de la capital.

 

Aún no se ha votado y los diputados ya tienen nombre y apellidos por la voluntad omnímoda de Sánchez, Feijóo, Abascal y el resto de la cohorte partitocrática. Ellos ya han decidido; a vosotros solo os piden el óbolo de la papeleta para legitimar su usurpación. Los candidatos que veis en las listas no son, ni serán, vuestros representantes, sino empleados de los partidos. Son los monaguillos del régimen, que con un servilismo digno del cánido más fiel cumplirán los dictados emanados de sus jefecillos de partido, generalmente en contra de vuestros intereses reales.

 

Escuchad el clamor garrulo de los candidatos, esos que estos días se disfrazan de rústicos y se hacen fotos con agricultores y ganaderos, simulando una empatía de cartón-piedra mientras el sector primario se desangra bajo impuestos extractivos y agendas dictadas en Bruselas, o más allá. “¡Votad!”, aúllan con desesperación. Necesitan vuestro voto, no para salvar vuestra salud —como miente el estudio de marras—, sino para salvar su pesebre. Porque ese voto, depositado con la docilidad del siervo, es el que mantiene con respiración asistida a esta clase política parásita que os miente, os oprime y os traiciona con la regularidad de un metrónomo.

 

Tienen razón los finlandeses en una cosa: si no votas, alguien se muere. Pero no eres tú, querido lector. Lo que muere es este Régimen del 78, este sistema de partidos que se nutre de la energía vital de una España a la que están dejando exangüe. Si no votas, el que expira es el parásito que hoy te promete el cielo, mientras te arrebata la tierra.

 

Votad, pues, si queréis que la farsa continúe. Votad para que los acólitos de la partitocracia sigan dándose festines mientras Extremadura languidece. Pero sabed que, en este juego de espejos, la verdadera salud —la salud moral de una nación— solo empezará a recuperarse cuando dejemos de alimentar a la bestia. Porque, como bien nos enseñó la lucidez de García Trevijano, no hay libertad posible dentro de una jaula, por mucho que nos digan que los barrotes son medicinales.

 

Vota, si quieres. Pero recuerda: si no votas, lo que muere es su tiranía.