6 Mayo 2025
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Trampas en la venta de entradas: cómo defenderse de los abusos

Trampas en la venta de entradas: cómo defenderse de los abusos

 

Comprar entradas para conciertos, festivales, obras de teatro o partidos de fútbol a través de internet se ha vuelto una práctica común, cómoda y rápida. Sin embargo, esta modernización también ha traído consigo una serie de controversias, abusos y denuncias por parte de los consumidores, quienes a menudo se enfrentan a prácticas poco transparentes, cláusulas abusivas y situaciones de indefensión ante problemas con su compra.

 

Según indican desde la Unión de Consumidores de Extremadura, cada año, el número de reclamaciones que genera este tipo de contrataciones sigue creciendo. Como siempre recuerdan, es mejor evitar un problema que luego tener que solucionarlo, por lo que es fundamental que conozcamos bien cuáles son los principales motivos de queja y nuestros derechos.

 

REVENTE ENCUBIERTA Y PRECIOS ABUSIVOS

 

Una de las quejas más frecuentes es la reventa encubierta. En infinidad de ocasiones, cuando buscamos en internet entradas para la gira de nuestro cantante favorito, como primera opción aparecen páginas como Viagogo, que ha recibido múltiples denuncias.

 

Esta web utiliza técnicas de marketing muy agresivas desde su aparición usando, por ejemplo, temporizadores que van alertando continuamente de que se te está agotando el tiempo para comprar y cuestiones que muchas veces nada tienen que ver con las entradas, como la 'ubicación o visibilidad', que no siempre se dan en los eventos.

 

Por otro lado, algunas plataformas venden entradas a precios inflados a través de terceros, muchas veces sin informar adecuadamente al consumidor. Esto se da, entre otras, en el caso de webs que simulan ser canales oficiales pero que en realidad operan como reventas.

 

FALTA DE TRASPARENCIA

 

En multitud de ocasiones se ha denunciado la ausencia de información clara sobre los gastos de gestión que se cobran por parte de estas páginas. En este sentido, desde la organización indican que es importante recordar las obligaciones que deben cumplir los vendedores de entradas con respecto a estos gastos de gestión, que no siempre son transparentes.

 

En primer lugar, deben cobrarse por servicios que reciben los consumidores. No se pueden cobrar al consumidor recargos por servicios que recibe exclusivamente la empresa promotora del evento. Para ello, es importante detallar de forma desglosada los gastos y gestiones que se cobran por cada una de las compras o servicios contratados.

 

Por otro lado, deben incluirse de forma desglosada en el precio final que se muestra al consumidor. Deberán aparecer también los impuestos de cada servicio cada vez que se publicite el precio en el canal de venta. El consumidor no está obligado a pagar aquellos costes que no aparezcan en la información que se le facilite.

 

Los costes adicionales por la compra de entradas y servicios para un evento deberán ser los mismos para todos los consumidores. No podrán variar dependiendo de su precio, ni podrán ser un porcentaje sobre el precio.

 

Además, los costes adicionales no podrán ser superiores a los que se cobran cuando el consumidor adquiere las entradas de forma presencial, salvo que la diferencia sea por servicios adicionales ofrecidos al consumidor cuando compra online.

 

En las entradas nominativas, está prohibido cobrar gastos adicionales por la corrección de erratas ortográficas o tipográficas en el nombre, cuando se haya contratado online.

 

Está prohibido aplicar costes adicionales por acciones que recaen en el consumidor, como la impresión de la entrada, o su recepción y almacenaje en un dispositivo móvil.

 

Los recargos por la recepción postal de la entrada no deben ser desproporcionados al valor de impresión y envío.

 

En cualquier caso, estos gastos de gestión no deberían ser aplicados por las páginas oficiales de venta de entradas. Imaginemos que, en un restaurante de comida rápida, en el que hacemos cola para pedir, recogemos nuestro menú, nos lo llevamos a la mesa y luego depositamos los residuos en los contenedores correspondientes, nos cobraran un precio por el "servicio", más allá del que aplican al menú. Seguramente, no estaríamos de acuerdo.

 

Sin embargo, en la web de venta de entradas, nosotros, los usuarios, elegimos fecha, lugar, asientos, medio de pago y hasta imprimimos las entradas en casa. Y, aun así, nos cobran unos gastos de gestión. ¿Qué gestión? Sin duda, algo que la tan reclamada normativa tendrá que regular.

 

PROBLEMAS CON DEVOLUCIONES

 

No es frecuente la cancelación de eventos, pero sí lo es que, por ejemplo, en un festival en el que actúan varios intérpretes, se 'caiga' uno de ellos del cartel. Si es el motivo principal de la compra de la entrada, podríamos solicitar su cancelación y, en consecuencia, la devolución del importe íntegro. Ojo, y decimos íntegro porque hay webs en las que nos adelantan que los gastos de gestión no se devolverán. Otro abuso más.

 

En este ámbito, otro de los problemas frecuentes es la no obtención de permisos para celebrar el evento, una vez comenzada la venta de entradas. Es importante recordar que el motivo de la cancelación del evento es indiferente y siempre tenemos derecho a recuperar el importe de las entradas. Y ello tanto si la cancelación es definitiva como si el organizador anuncia nuevas fechas para su celebración, ya que el cambio de fecha es una modificación sustancial en las condiciones del contrato que da derecho a su resolución.

 

En este caso, los afectados también pueden reclamar los daños y perjuicios derivados de la cancelación. Y si esta se les anuncia con solo unas horas de antelación, de manera que ya estuviesen en la ciudad donde iba a tener lugar el evento porque habían viajado a ella con la finalidad principal de acudir a él, además del pago del transporte y el alojamiento también pueden exigir el de la comida durante su estancia.

 

No obstante, existe un caso en el que no podemos reclamar la devolución del importe de nuestra entrada, y es cuando el evento ya ha comenzado y se suspende por causas de fuerza mayor, como circunstancias meteorológicas.

 

NO ACEPTACIÓN DE PAGOS EN METÁLICO

 

En los últimos años, se ha generalizado en los festivales de nuestro país el uso de medios electrónicos de pago en forma de pulseras que los asistentes deben cargar de dinero para poder comprar comida, bebida o artículos de merchandising. Estos medios de pago llevan aparejado, sin excepción, la prohibición de usar efectivos para hacer nuestras compras.

 

Estamos ante una nueva cláusula abusiva, pues el dinero en efectivo es un medio de pago cuya aceptación es obligatoria en nuestro país, con independencia del establecimiento en el que nos encontramos. Y, en este contexto, el recinto de un festival es un establecimiento abierto al público. Aceptar efectivo es, por tanto, obligatorio.

 

Pero este abuso se agrava cuando el organizador, además de obligarnos a comprar y usar esa pulsera, nos cobra una gestión por devolvernos el dinero que cargamos en ella y no usamos, llegando incluso a denegar la devolución si el importe es inferior a una determinada cantidad, normalmente, dos euros.

 

Puede parecer poco, pero en un evento como el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), al que asistieron 135.000 personas en 2024, puede suponer un ingreso extra muy jugoso para los organizadores.

 

DEVOLUCIÓN DEL VASO REUTILIZABLE

 

Otro incumplimiento, aunque, en este caso, podríamos hablar de desconocimiento del consumidor, es la recogida del vaso reutilizable que nos obligan a pagar en muchos festivales y la devolución de su importe. La normativa sobre envases y residuos de envases obliga, desde 2023, a que los festivales que empleasen vasos reutilizables para servir bebida ofreciesen al público la posibilidad de recuperar el dinero que pagan por ellos, pero muchos de ellos siguen incumpliendo la norma. El motivo es obvio: ganan mucho dinero vendiéndolos y no quieren renunciar a ese ingreso atípico y fácil de obtener.

 

CONCLUSIÓN 

 

Desde la Unión de Consumidores de Extremadura han defendido en multitud de ocasiones que la información es la mejor arma que tiene el consumidor para defenderse de los abusos. La venta online de entradas ha supuesto una revolución en el acceso a la cultura y el entretenimiento, pero no está exenta de riesgos. La proliferación de plataformas, la falta de regulación específica en muchos países y el desequilibrio contractual entre empresas y consumidores ha generado un entorno propicio para los abusos.

 

Desde luego, es necesario un marco normativo más claro y armonizado que proteja de manera efectiva los derechos de los usuarios, fomente la transparencia en la información y garantice mecanismos de reclamación ágiles y efectivos. Al mismo tiempo, los consumidores deben estar informados, leer siempre las condiciones del servicio y optar por canales oficiales y seguros para sus compras.

 

La tecnología ha abierto puertas, pero también ha creado nuevas trampas. Solo con una ciudadanía informada y una regulación firme se podrá disfrutar de los espectáculos sin sorpresas desagradables.

 

Y esto, como siempre dicen, es tarea de todos. Evidentemente, es responsabilidad de los compradores de entradas leer las condiciones generales de lo que está comprando. Sin embargo, no podemos obviar que los poderes públicos tienen la obligación de defender a los ciudadanos de los abusos que, en demasiadas ocasiones y con total impunidad, cometen las empresas que se dedican a la venta de entradas.