“He temido por mi vida, pero mi ilusión es ayudar a los demás”
31 de Agosto de 2017
Como cada año, la región extremeña quiere poner en valor el esfuerzo de sus ciudadanos a través de las Medallas de Extremadura. Este año, uno de los cinco distintivos que se reparten ha recaído en la cooperante María Victoria López.
Una médico incansable, nacida en La Coronada, con un objetivo claro en la vida: hacer de este mundo algo mejor, por supuesto, ayudando a los demás. En la actualidad, María Victoria reside en Don Benito, lugar desde donde dirige la ONG Medicus Mundi Extremadura.
Compagina su oficina con viajes a países africanos donde necesitan su ayuda, y donde ella asegura sentirse como en casa. El próximo 7 de septiembre tendrá que recoger su más que merecida Medalla de Extremadura en el Teatro Romano de Mérida.
Desde 7 Días hemos querido conocer su impresión al recibir esta noticia.
¿Qué significa esta medalla para una cooperante?
además del reconocimiento a una trayectoria de muchos años, es un reconocimiento a la cooperación. Es un impulso sin duda. La crisis ha golpeado duramente a la cooperación. Hemos sufrido muchos recortes.
Debido a la crisis la cooperación se ha venido abajo. No sé si seremos capaces de retomar los niveles de los años 80. Sinceramente, dudo que lo consigamos, pero espero que podamos contar con más apoyo de las instituciones.
A los políticos hay que tirarles un poco de las orejas en este sentido. Es verdad que aquí hay muchos problemas, pero no podemos dejar de lado la cooperación. La cooperación siempre tiene que ser una de las prioridades.
¿Qué sintió al conocer que iba a ser galardonada con este distintivo?
Pues una gran ilusión. Yo ni si quiera sabía que el ayuntamiento de mi pueblo (La Coronada) había echado la solicitud para recibir este galardón. Me llamó el presidente de la Junta para notificármelo oficialmente, a si es que, imagínense que ilusión y sorpresa a la vez.
Ha viajado por países con muchas dificultades para vivir, queremos conocer de primera mano cual es la labor de una cooperante.
Yo soy médico, y he coordinado muchas tareas sanitarias en países como Ruanda o Camerún. En este último en concreto, he sido directora de dos hospitales. También he coordinado campos de refugiados en varios países africanos.
En Ruanda fue muy duro, tuve que asistir a la muerte de trabajadores, a los que conocía. ¡Fueron a buscarlos para matarlos! No los mataron delante de mí, los raptaron y se lo llevaron a un lugar más alejados para matarlos. Pero tengo esa imagen grabada dentro de mí.
¿Cómo se recupera una después de haber asistido a tales atrocidades?
Es muy difícil, como os comento, yo conocía a esos trabajadores. Por suerte, el tiempo se ocupa de recuperar todo un poco, pero tengo grabado en mi memoria todo eso, absolutamente cada detalle.
Menos mal que el primer sitio donde fui fue Camerún, del que guardo muy buenos recuerdos. Fue una experiencia muy enriquecedora.
De todos los países en los que ha trabajado, ¿cuál diría que ha sido el que ha encontrado más impedimentos para desarrollar su labor?
Nunca he encontrado dificultad para desempeñar mi labor de forma general. Sí que es verdad que me encontré con obstáculos sobre todo en Ruanda, con el genocidio. Allí tenían otra forma de trabajar. Todo iba por normas, era la Organización Mundial de la Salud la que decidía cuáles eran las epidemias y que instrucciones teníamos que seguir. Fue un poco complicado.
Ha vivido momentos muy difíciles junto a ciudadanos de estos países
Sí. Muchos momentos con muchas personas. Pero sin duda, siempre recordare a una familia de Ruanda. Era un médico ruandés. Él y su mujer habían estado en Bélgica formándose. Eran personas culturalmente muy adelantadas. Al volver a su país estalló el genocidio y se quedaron sin nada. Ni comida, ni casa, ni ropa… Nada. Vivieron en un campo de refugiados.
Yo les dije que los fines de semana se vendrían a mi casa para que descansaran, y bueno… al fin y al cabo para que fuesen un poco personas. Siempre me quedaré con esa imagen. Tenían tres niños, y jugaban mucho en mi casa. Nos gustaba mucho cenar y quedarnos hablando horas y horas.
¿Ha temido por su vida en algún momento?
Sí, por supuesto. He temido por mi vida en muchos momentos. Sobre todo, como os digo en Ruanda. Cada vez que escuchaba un disparo pensaba que el siguiente podría ir para mí. Finalmente no sucedió así, pero sí que es verdad que he pasado miedo, como todos los ciudadanos que allí residen.
Para que seamos un poco más conscientes de la situación, ¿cómo reciben los ciudadanos africanos la ayuda de cooperantes?
Lo reciben de forma muy positiva, son muy agradecidos con las personas que les ayudan. Pero quiero explicar que ellos no se sientan a mirar, también colaboran en las tareas de educación, construcción de casas, edificios, potabilización del agua, avance en medicina… Nosotros simplemente servimos de ayuda a su trabajo.
Además, confían mucho en ti, se trabaja muy cómodo con ellos.
Ahora trabaja en Don Benito, ¿cuál es su labor aquí?
Llevo la dirección de Médicos Mundi de Extremadura. Compatibilizo mi tarea. Llevo el seguimiento de los proyectos y de vez en cuando bajo a África. Por ejemplo, en julio bajé a Camerún.
¿A quién le dedica esta medalla?
Sin duda a todos los cooperantes que realizan su labor de forma extraordinaria. También a los religiosos y misioneros, que esos sí que son auténticos héroes, trabajan 24 horas seguidas y de forma voluntaria. He tenido la suerte de trabajar con muchos de ellos, y sin duda, una parte de esta medalla va para ellos.
Pero también se la dedico a mi familia, que me aguanta todo. En especial a mi madre que falleció este año, y estoy segura que le habría hecho mucha ilusión ver que me otorgan este galardón.
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