12 Octubre 2024
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OPINIÓN: ¿Qué implica cerrar Almaraz?

OPINIÓN: ¿Qué implica cerrar Almaraz?

 

Estamos acostumbrados a que cuando describimos la actividad industrial de una central nuclear para producir electricidad solo veamos el edificio al lado de unas Torres cerca del mar o al lado de un pantano artificial de algún río. Pero la realidad fabril no es esa tan aparente. Siempre tendremos que contabilizar las tres fases que todo el ciclo completo de una central nuclear pone en funcionamiento. Una primera fase anterior a la llegada del combustible en la propia instalación (siempre ocultada), una fase intermedia de funcionamiento (operaciones de rutina las denominan de manera irónica) y una fase final de cierre que es su desmantelamiento y gestión de residuos radiactivos (procesos de los cuales se desentiende la propia industria que los ha producido).

 

Para poner en marcha una central nuclear (da igual en España que en cualquier otro lugar del mundo) arranca todo un ciclo complejo (extracción, molturación, lixiviación, conversión, enriquecimiento, transporte, fabricación del combustible), muy alejado de ese edificio que a diferencia de cualquier otro está custodiado por la guardia civil.

 

Una cadena de producción que comienza con un importante tráfico, redes de transporte internacional, desde la extracción del mineral (uranio natural), el enriquecimiento del mismo hasta su conversión en las pastillas de uranio enriquecido en el interior de cada país concernido. Por tanto, toda una sucesión de operaciones, tan dispersa geográficamente como ocultada, sin la cual ninguna central nuclear podría funcionar.

 

Sin tener que recordar la procedencia del mineral de uranio (Rusia y Kazajstán por ejemplo en el caso español), en esta primera fase previa, imprescindible, nunca podremos afirmar que la industria eléctrica nuclear no es fuente de emisiones de gases efecto invernadero.

 

Aunque lo pinten de verde como hace la industria del átomo en Francia la cual está totalmente vinculada a su origen nuclear militar, y de extracción de uranio en países africanos ( Francia es el único país del UE que posee armas nucleares).. No es la energía nuclear estratégica para la UE, en todo caso lo será solo para Francia y por eso la repintan de cero emisiones. En esa estela de reverdecimiento ha entrado un tinglado pronuclear español (ya se denominen, consultores, asesores, fórums) que incluso se autodenomina verdes y ecologistas, con la intención tan torpe como insolente.

 

En definitiva, se tiene que extraer el uranio, transportarlo y prepararlo como concentrado para ser útil en una central por un cierto tiempo ya que hay que renovarlo asiduamente. Y, por tanto, de manera continuada genera el desecho altamente radiactivo, los residuos radiactivos que ningún estado en el mundo ha logrado solucionar.

 

El cierre de una central nuclear, por tanto, no es la clausura definitiva fabril. Después de toda esa serie de fases de transformación, queda un largo proceso de desmantelamiento (en torno a 15 años) y un paso intermedio de gestión de los residuos de alta actividad en cada central (60 años) hasta que se disponga de un almacén único bajo tierra. Y por supuesto, estos últimos pasos, también suponen una gran fuente de emisiones de gases efecto invernadero.

 

Por tanto, un final, un cierre, que es el comienzo de un largo período para su desmantelamiento escalonado y una eterna gestión de sus residuos que crea nuevos trabajos de manera inmediata. Desde luego, el lobi pronuclear también oculta esta última fase, tanto desde el punto de vista laboral en cada zona, también medioambiental y de efecto invernadero, como desde el punto de vista de la seguridad requerida a nivel nacional. Los residuos radiactivos, altamente mortales se deben almacenar según su grado de persistencia letal para los humanos, entornos y generaciones venideras.

 

Los residuos radioactivos de alta se deberán tener en un lugar seguro nada más que 1.000.000 años ( www.wise uranium.org) temporalidad imposible de imaginar , de cuántos siglos estamos hablando, y tan fuera de nuestro alcance a fin de albergarlos en un lugar seguro sin que pueda afectar y expandir su poder letal a nivel mundial.

 

Y cuando nadie conoce qué hacer con ese legado envenenado que la guerra fría impuso a la industria eléctrica civil, resulta que ahora, una vez pactado el cierre escalonado de la nucleares entre el Gobierno y las empresas propietarias, la producción eléctrica de origen nuclear pretende llegar a ser la salvadora del cambio climático.

 

Es evidente que en dicha propaganda mediática solo contemplan el edificio fabril, es decir el funcionamiento rutinario de los reactores en cada central, mal llamado vida útil (¿las centrales tienen vida?) y como no se atreven a construir ninguna nueva, pues ningún mercado mundial les asegura los 10.000 millones de euros necesarios, plantean prolongar algunos años las actuales.

 

¿Nos va a salvar el prolongar un siempre precario funcionamiento de unas centrales con graves defectos técnicos y de seguridad (la central de Almaraz por ejemplo tiene más de 2.700 incidentes recogidos en un informe de Adenex en los últimos 40 años)?

 

¿Nos va a salvar el nuevo prototipo mejorado de reactor nuclear generando más y más residuos radiactivos potencialmente mortíferos? ¿Hace falta recordar los más de 120 accidentes en el mundo algunos, la gran mayoría ocultados en su momento y siempre silenciados por sus consecuencias dañinas allí donde se instalaron ( www.sortirdunucleaire.org)? Y que no nos vengan con el mismo discurso hipócrita, que solo con los incidentes y accidente graves la industria del átomo aprende de si misma. Las normas posfukusihima y sus exigencias en seguridad hacen imposible su cumplimento en el parque nuclear español, y en Francia, el país más nuclearizado, se han dado diez años para conseguirlo.

 

Por esto la responsabilidad política del actual Ministerio de Transición Ecológica es clave y firme: el cierre del parque nuclear español) ya se pactó de manera escalonada (de sus cinco centrales desde 2027 al 2035) y comienza un nuevo período (tan largo como el actual de funcionamiento) de desmantelamiento, gestión y adecuación geológica de los residuos radiactivos. El 7° plan General de residuos radiactivos (diciembre 2023) establece plazos, financiación y prospectivas futuras de una industria que cuando cierra no lo hace definitivamente, necesitando todo este siglo para ello.

 

Miremos a Francia único país con graves problemas de funcionamiento de todo su parque nuclear y donde la implicación de lo militar se encuentra en la base de su incapacidad para reconocer el desmantelamiento ordenado. Incluso han propuesto a la Unión Europea, sin éxito, la denominación de verde para su producción nuclear. Pero la dependencia del átomo, civil y militar es tan enorme que aun su tecnología de última generación fracasa una y otra vez impidiendo que se desarrolle adecuadamente las energías renovables, más baratas, limpias y desde luego con un alto porcentaje de reciclaje de sus residuos nunca mortíferos en el grado que las nucleares lo producen (un panel fotovoltaico ya se recicla más del 80%). Y desde luego España no compra energía eléctrica a Francia, como bien se conoce a través de los informes de Red Eléctrica de España (www.ree.es).

 

Repetimos una vez más: las centrales nucleares dependen de un uranio a extraer, transportar y enriquecer muy lejos de su puesta en producción; los accidentes, y los continuos incidentes son tan habituales que ya les denominan rutinarios, de igual manera que los son las dosis radiactivas emitidas tanto a la atmosfera como por vía fluvial; los residuos radiactivos no se reciclan y cuando lo hacen es para su uso militar; el cierre definitivo.

 

¿Dónde están las emisiones netas cero de las nucleares?

 

La catástrofe de Chernóbil, 26 de abril de 1986, continúa: aun el núcleo explosionado forma un magma radiactivo altamente peligroso, y Fukushima nos lo sigue recordando de una manera muy tozuda. Aquella catástrofe del 11 de marzo del 2011 todavía no está solucionada. No solo se está evacuando miles de metros cúbicos de agua radiactivas al mar (1,3 millones hasta el año 2050), sino que todavía se ignora el estado de las 880 Tn de combustible fundido a fin de poderlas extraer definitivamente.

 

¿De qué nos va a evitar el desconcierto, el intentar prolongar unos años más las centrales nucleares potencialmente dañinas, emisoras de gases de efecto invernadero, contaminantes, inseguras y cuyos residuos letales tendremos que ocultar bajo tierra durante siglos?

 

¿Acaso no estamos comprobando en estos días que, sin funcionar cuatro centrales nucleares, la potencia instalada renovable en España nos permite incluso abaratar los precios de la electricidad?