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Cultura

La histórica ermita de Extremadura que está a punto de derrumbarse

Cultura

2 de Octubre de 2022

La histórica ermita de Extremadura que está a punto de derrumbarse

 

Ya viene de lejos en la sensibilidad de cacereños y extremeños las quejas de abandono por parte de la Administración de este patrimonio bien de interés cultural, y que lleva años de agonía en su progresivo deterioro casi irreparable. Hablamos de un singular edificio de culto asentado junto a una poza de agua de una zona rural, a tan solo 12 kilómetros de la capital cacereña.

 

Según algunas fuentes, este edificio de carácter religioso, junto a la cercana torre de los Mogollones, habría pertenecido al ilustre linaje de los Ovando. Este abolengo apellido es tan remoto como la existente Cáceres tras la reconquista cristiana. Descienden del propio Juan Blázquez, conquistador de la villa en poder musulmán en 1229, y de una rama de sus descendientes, con Francisco de Ovando “El rico”, dueño de la Casa de los Monroy, cuyo hijo mayor es Señor de la Arguijuela de Arriba, marqués de Camarena la Vieja, y Camarena la Real, y su segundo hijo Cristóbal, que fue Señor de la Aldehuela y que su descendencia acabaría extinguiendo en los Ovando Perero, Señores de la Casa Fuerte de las Seguras.

 

De este edificio, como decía, algunos historiadores apuntan a que bien pudiera haber sido un antiguo molino o edificio relacionado con la extracción de aguas, reconvertido en el siglo XVI en ermita de uso privado asociado a este apellido antes mencionado en 1520. Como afirma en su publicación de la UEX, José Julio García Arranz, y del que concuerdo en muchos factores que realiza de esta vieja ermita, aunque no comparto otras muchas cuestiones, como la fecha de datación del edificio, que se toma en base a la rúbrica de los frescos existentes en las paredes del inmueble, cuyas escenas representativas al antiguo testamento con pasajes del génesis, los cuatro evangelistas y escenas iconográficas de María, del pintor local Juan de Ribera (1565).

 

Tal hipótesis (para mí, ausente de credibilidad), se ciñe según una inscripción del propio autor en una de las jambas, donde puede leerse: “Juan de/ Ribera (sic)/ pintor/ mdlxv”. Y argumento como incoherente datar la antigüedad de un edificio precisamente por la decoración interior existente, que tal vez el artista sobre plasmó en unos frescos más arcaicos, a modo de seudo restauración de la obra pictórica, pues según este equívoco criterio podemos analizar las tendencias más actuales de una iglesia de origen gótico, simplemente porque guarda en su interior inclusiones posteriores renacentistas, y que, bajo ningún concepto, datan al templo en este periodo.

 

El edificio, también conocido por “ermita del Salvador”, como bien apunta en dicha publicación, tiene su origen en un existente santuario de culto advocado a este topónimo, pues en las inmediaciones era conocido popularmente el trayecto como “camino del Salvador”.

 

No es casualidad el origen del nombre de esta peculiar ermita llamada “San Jorge”, patrón de Cáceres y tan relacionado al popular desfile y lucha de moros y cristianos. La simbología de San Jorge, que representa al mundo cristiano derrotando al dragón, mundo árabe.

 

Existen otros historiadores, como Perales Ramos, Martínez, que afirman que este vetusto edificio bien pudo haber sido un pequeño cenobio monacal franciscano, en base a las figuras con atuendos de frailes representados en los frescos, y que tal vez pudiera dicha comunidad haber sido fundada por el propio místico tan querido en tierras cacereñas, San Pedro de Alcántara (1499-1562). Aunque el hecho de fundar una comunidad no tiene por qué estar asociado al origen del edificio, que bien pudiera ser de factoría posterior y ser reutilizado de una anterior congregación existente.

 

Mi teoría de este edificio “asociado al agua”, como recogen algunos autores, es que estamos ante un significativo templo de carácter religioso diseñado como baptisterio cristiano en la época de la reconquista (siglos XII-XIV).

 

Las razones para ello son más que evidentes. No se tiene constancia de ningún otro edificio religioso semienterrado en torno a una laguna natural rematada por grandes piedras. Curiosamente, los basamentos del edificio se sostienen directamente sobre los niveles de pizarras originarias de la zona, por lo que no da margen a la duda de que el edificio fue construido expresamente en torno a dicha poza.

 

Tampoco sería descabellado pensar que la autoría de este baptisterio esté asociada a alguna orden militar y religiosa, pues tras conquistar a los musulmanes en 1213, la defensa de la ciudad de Alcántara fue encargada a la Orden de Calatrava en 1214, pero cuatro años más tarde renunciaron por la lejanía a Calatrava y, con permiso del rey Alfonso IX de León, Calatrava cedió Alcántara a la recientemente formada orden de los “Caballeros de Julián de Pereiro” a cambio de cierta dependencia de filiación con respecto a la orden de Calatrava. De ahí que adoptasen también la regla del Císter. A raíz del establecimiento de su sede central en la villa recibida, el primitivo nombre de orden de San Julián fue desapareciendo paulatinamente, hasta que en 1253 sus maestres se titulaban «maestres de la orden de Alcántara», quedando reducida San Julián Pereiro a ser una simple encomienda de la orden.

 

Se tiene constancia, y más en los parámetros de épocas medievales, de la urgente conversión forzosa del pueblo árabes residente en España, promulgado por los Reyes Católicos en 1502, donde eran obligados al bautismo como requisito indispensable para residir en nuestros territorios. Tales árabes reconvertidos a nuestra religión católica eran los denominados “moriscos”.

 

Probablemente este baptisterio fuera creado y encomendado a alguna orden religiosa del territorio para la conversión masiva de capturados insurgentes por dichas órdenes de control.

 

Las razones por las que el edificio no era de culto particular de familias hidalgas era que mostraban en sus paredes escenas representativas bíblicas, donde en tales épocas no todos sabían leer. Entendiendo el exagerado ilustramiento como una manera efectiva de explicar/catequizar al grueso del pueblo analfabeto.

 

Recobra mucho sentido que la ermita esté en torno al embalse para ejercitar el sacramento masivo de bautizados. Como también adquiere su sentido que las escenas representadas en sus paredes, estén relacionadas con el bautismo y el nacimiento del nuevo hombre (neonato).

 

Otro detalle del lugar es la abertura de un espacio en el suelo, destinado probablemente a contención de agua, con una pila conducto sobre ella.

 

Existen muchas incógnitas todavía sin resolver del origen y utilidad de la ermita de San Jorge, a pesar de las hipótesis presentadas por los investigadores.

 

Si se constata que este lugar tal vez fuera un baptisterio cristiano de los siglos XII-XIV para promover el cristianismo en tierras paganas por la aculturación árabe, estaríamos hablando de un edificio único en su tipología, pues no se conoce en España ningún otro de esta índole, alzado en base a una poza y tan vinculado al agua.

 

Los baptisterios o bautisterios, palabra que proviene del latín “baptisterium”,? sirve para designar a pequeñas iglesias o capillas destinadas a la administración del bautismo. Como norma desde el medievo, en cuanto a la construcción de baptisterios, se hacían solo en ciudades que disponían de obispos y eran dedicados en su mayoría a San Juan Bautista, como símbolo de aquel que bautizó primero en el desierto.

 

Otro llamativo elemento en su construcción, y digno de hacer mención, es la galería superior apoyada sobre dos arcos, por la que se accede desde uno de los laterales de la ermita, que bien pudiera haber dispuesto de un altar para celebración, donde se muestra una sucesión de bloques o monolitos de piedra, que sugieren haber pertenecido a elementos constructivos de algún dolmen. Teniendo en cuenta que la ermita está muy próxima a otros dos dólmenes (Dólmenes Hijadillas 1 y 2).

 

Bien es sabido que los dólmenes se localizaban casi siempre en lugares escogidos para que fueran visibles desde mucha distancia. Se buscaban puntos dominantes del paisaje, que han continuado siendo referencias geográficas en el transcurso de los siglos, hasta el punto de coincidir con frecuencia con las líneas del término en época medieval o moderna. La orientación de sus entradas no es tampoco aleatoria, sino que se siguen unas pautas fijas. Se intenta que miren hacia el sur o sureste, por motivos religiosos. Se deseaba que los rayos del sol entrasen en la cámara funeraria durante los solsticios de invierno y verano. Dicho carácter religioso se ha prolongado a lo largo de los siglos como un elemento místico/supersticioso, en lugares de “energías” que facilitaban el culto a lo divino de culturas posteriores, por eso, no es de extrañar ver la mano de la Orden del Temple en esta ermita, como en otros lugares extremeños asociados a ellos.

 

A pesar de que ya se vislumbra una posible restauración de San Jorge, que ha pasado a ser propiedad de carácter público por una cesión gratuita de sus propietarios particulares a la Junta de Extremadura, donde se espera que se acometan las prontas y urgentes actuaciones en cuanto a consolidación y restauración del inmueble, a día de hoy, las ruinas de la ermita están todavía incluidas en el listado rojo de patrimonio en peligro. Así recoge su descripción dicha página:

 

“…La ermita de San Jorge, aunque abandonada y en estado de ruinas, se mantiene aún en pie a unos 12 kilómetros de la capital provincial, cerca del camino a Badajoz y junto a la llamada Torre de los Mogollones. Es de reducidas dimensiones y nada se sabe sobre su fecha de construcción, sus arquitectos o mecenas, ni tan siquiera sobre los años en que comenzó su abandono o sobre su original funcionamiento y advocación real bajo la que se consagró la misma...”

 

Desde el año 2009, la Asociación Natura 2000 ha llevado a cabo una serie de actuaciones para denunciar el estado de la ermita de San Jorge y pedir acciones inmediatas para evitar el derrumbamiento de un edificio único en nuestro país, y que parece no preocuparle a la administración el progresivo deterioro de su estructura, como de sus magníficas pinturas a la intemperie y la humedad.

 

Esperemos que no sea demasiado tarde para lamentar la pérdida de un bien histórico de tanta relevancia para nuestra región. Crucemos los dedos y confiemos en que algún día nuestros gobernantes puedan poner los ojos en este incomparable templo medieval que marcó sin duda una época crucial en la Extremadura de antaño.

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