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Mil scouts extremeños han disfrutado de los campamentos de verano

Región

10 de Agosto de 2014

REDACCIÓN

Mil scouts extremeños han disfrutado de los campamentos de verano

Cientos de madres y padres se agolpan para despedir a las decenas de autobuses que desde diferentes localidades extremeñas han llevado a sus hijos hacia la que ha sido su casa durante varios días; Llerena, Zafra, Azuaga, Villanueva de la Serena, Badajoz, Cáceres, Aliseda, Plasencia… todas estas localidades han visto como decenas de niños/as y jóvenes se despedían desde las ventanillas de los autocares rumbo a un destino enclavado siempre en plena naturaleza, donde pasar días conviviendo con otras personas, llenos de actividades que en otras condiciones sería imposible realizar.

Las quince delegaciones de ASDE – Scouts de Extremadura han realizado durante el mes de julio sus campamentos de verano (salvo el Grupo Scout 0.1 Kennedy, de Plasencia, que se encuentra ahora mismo en plena actividad), que les han llevado a visitar lugares tan dispares como Riaño, Hoyos del Espino y Navarredonda de Gredos (Castilla y León), Monesterio y Pinofranqueado (Extremadura), Costa da Caparica y Entroncamento (Portugal), Sierra de Cazorla, Rivera del Hueznar y Matalascañas (Andalucía).

Una vez llegados al sitio de campamento, la dinámica es parecida: primero, montar las tiendas de campaña, hacer las primeras dinámicas y juegos, y preparar las zonas de acampada realizando las denominadas “construcciones”, es decir, realizar diferentes elementos usando solo madera y cuerdas para poder colocar las mochilas, delimitar parcelas, bancos para sentarse, entre otras, explican desde la asociación.

Esta actividad se realiza igual que hace décadas: trabajando en equipo y empleando (bajo la supervisión de los adultos) herramientas adecuadas a cada edad: en estos días, los campamentos resuenan con el uso de mazas, palas, sierras, etc. Posteriormente comienza el día a día de un campamento: juegos, dinámicas, debates, rutas, canciones, veladas… Todo ello hace que los chavales interactúen entre ellos y se conforme un espíritu casi familiar de convivencia. Todos los participantes tienen responsabilidades: mantener la tienda ordenada, preparar para los compañeros algún juego, ayudar a servir la comida, limpiar cacerolas… cosas que en casa serían impensables, en un campamento se convierten en una rutina que ayuda a crecer en responsabilidad al educando.

Los campamentos scouts son diferentes a los de otros colectivos: el participante disfruta de actividades que los monitores preparan para ellos, pero también es responsable de que todo vaya bien; no se come a mesa puesta, sino que se colabora entre todos; se potencian valores y se trabajan diversos ámbitos educativos.

Estos ámbitos educativos son amplios: respeto y convivencia, educación para la salud y la higiene, alimentación saludable y prevención de trastornos alimenticios, cooperación internacional y educación para el desarrollo, no violencia, participación infantil y juvenil, liderazgo participativo, ciudadanía activa, espiritualidad, etc. Todo ello en la mejor escuela: la Naturaleza.

Dormir mirando las estrellas, subir a una montaña, debatir a la sombra de los árboles, nadar en un río de frías aguas… momentos que no se pueden disfrutar durante el resto del año.

Por las noches llegan las guitarras y las canciones comienzan a sonar en medio de la oscuridad; se ven decenas de linternas de personas realizando juegos nocturnos o se aprovecha el silencio para buscar la reflexión personal, comentan.

Todas estas actividades son posibles a un coste muy pequeño; si se compara el precio de un campamento scout de quince días, se observa que cuesta mucho menos que otras actividades; esto tiene una explicación sencilla: los voluntarios. Cientos de jóvenes y adultos que dedican parte de sus vacaciones a preparar y realizar actividades, llevar la intendencia, realizar las compras de aprovisionamiento, cocinar… todo ello sin percibir ninguna actividad económica.

Un campamento scout conlleva dormir en el suelo dos semanas, comer en compañía de decenas de personas, ajustarse a unos horarios, cansarse haciendo una ruta, arriesgarte a que te piquen los insectos, ducharse cuando lo marca el horario y economizar al máximo el agua caliente (si la hay), o incluso “aguantar a un compañero de tienda que ronca”, apuntan desde la agrupación. No obstante, añaden, aporta mucho más de lo que pide: amigos para toda la vida, crecer como persona, vivencias inolvidables y capacidad de autosuperación.

Y cuando termina el campamento, llega la hora de volver a casa, nos cuentan, y tras los besos y abrazos de los impacientes familiares, deshacer una mochila llena de ropa sucia, y la primera cena tranquila en días, a todos les cuesta volver a dormir en un colchón, y pasan los primeros momentos recordando los juegos, las canciones y a los compañeros; luego el cansancio hace el resto.

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