El precio del odio: hemorragia
Nya Estévez
28 de Mayo de 2025
El mundo se desangra delante de nuestros ojos y no hay tirita que pare la hemorragia. Es posible que sea una manera de empezar un poco fatalista, pero, ¿acaso no es cierto?
Por resumir los últimos años, y pasando solo por las guerras que nos han sido más evidentes, es decir, aquellas de las que nos han hecho saber, conocemos: la guerra entre Armenia y Azerbaiyán (2020) y la guerra entre Rusia y Ucrania, amenazando la seguridad europea y mundial (actualmente). Entre ambas han muerto alrededor de 426.500 personas (dice mi AI), más las que están por llegar, que no sé si alguien las estará contando ya. También hay conflictos en Sudán, Siria, Yemen, Somalia, Myanmar, Nigeria, República Democrática del Congo, entre otros. Y, por supuesto, el genocidio que se está llevando a cabo en Palestina.
En total, hay unos 56 países en conflicto en la actualidad y no se pueden calcular los muertos más que en cifras que son estimadas y absurdas, porque crecen a cada minuto.
Un genocidio, para el que escucha esta palabra a menudo, que cree que entiende lo que significa, pero no lo sabe con seguridad, es el exterminio (como a las ratas) de un grupo humano por motivos de raza, religión, política o nacionalidad.
Curiosamente, en el caso de Palestina, se dan todos los motivos: la raza, la religión y la política. Y curiosamente, también, lo hace una raza, los judíos, que sufrieron este mismo intento de exterminio, a ojos del mundo, por los alemanes, con la diferencia evidente de que con ellos sí que hicieron algo más que la vista gorda. Los salvaron. ¿Qué clase de conciencia mueve a estas personas que, sabiendo cómo se sufre, infligen el mismo dolor sin remordimientos?, ¿era, acaso, una venganza aletargada que esperaba su momento?
Hoy vemos a unos gobiernos de diferentes países lamentarse de no poder hacer mucho más, y a otros apoyar la muerte de miles de personas con la excusa manida de Hamás en todas partes y en ninguna. ¿Por qué casi nadie hace nada por el pueblo palestino? ¿Por qué ya hay un grupo de personas pensando en las vacaciones que pasará en la nueva Ciudad de Vacaciones?
Sabemos reciclar la basura, cuidar nuestro cuerpo, abandonar nuestra mente, huir del estrés, mantener la higiene personal… y, sin embargo, nuestra especie se mata. El odio se apodera del mundo. Nos enseñan a odiar con orgullo. Seguimos cada sendero que nos marcan sin hacernos preguntas. Creemos, sin pensar en ello. Apelan al primitivismo del miedo (miedo a que nos quiten el trabajo, las tierras, la casa, la vida, etc.) para que mastiquemos el rencor entre nosotros como especie, más que como raza. ¿A dónde nos lleva todo este desprecio que no avergüenza más que a unos pocos? Yo no lo sé. A mí, solo se me plantean preguntas, respuestas ningunas.
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