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Política

OPINIÓN: Algo huele a podrido en el nombramiento de la delegada del Gobierno

Política

18 de Junio de 2018

OPINIÓN: Algo huele a podrido en el nombramiento de la delegada del Gobierno

Ignoro aún la razón exacta por la que Yolanda García Seco es la nueva delegada del Gobierno en Extremadura.

No es que le falte capacidad, ni experiencia ni, por supuesto, contactos en la Junta de Extremadura, es que, a falta de explicaciones convincentes, su nombramiento tiene bastante de prestidigitación e invita directamente a la sospecha, a buscarle los tres pies al gato del truco.

A primeras horas de la tarde del viernes, fuentes del Gobierno ponían en circulación el nombre de Ana Belén Fernández Casero como nueva delegada del Gobierno en Extremadura. Menos de una hora después, Ana Belén desaparecía de la escena monclovita y la nueva persona designada para ocupar del palacete de la avenida de Huelva, en Badajoz, era Yolanda García Seco. ¿Qué había pasado?

Ana Belén Fernández es concejal del PSOE en Cáceres, secretaria de Cooperación y Desarrollo de la Ejecutiva Federal y partidaria de Pedro Sánchez, al que Guillermo Fernández Vara no apoyó, sino todo lo contrario, en su carrera hacia la secretaría general del partido.

Yolanda García Seco fue subdelegada del Gobierno en Badajoz entre los años 2009 y 2012 y hasta ahora era directora general de Política Agraria Comunitaria de la Junta de Extremadura.

¿Por qué se sacó a relucir el nombre de la primera y unos minutos después se nombró a la segunda?

Fuentes oficiosas hablan de un error, lo cual resulta tan inconsistente que es pueril utilizarlo como explicación. Observadores de la cosa pública afirman que la designación de la nueva inquilina de la Delegación del Gobierno propició un choque de machos alfas entre Guillermo Fernández Vara y Pedro Sánchez, y que en el encontronazo se impuso Vara.

No digo que no sea cierta cualquiera de las dos interpretaciones. Digo que no me las creo. Ninguna de las dos. Y como no hay una explicación oficial, solvente y verosímil, el camino a la interpretación está despejado.

Aunque deba llevarse bien con las autoridades de su demarcación, la delegada del Gobierno representa al Ejecutivo de Sánchez, no al Gabinete de Vara. Nombrar a alguien que no está en sintonía con quien le nombra, sino con su ‘renovado adversario político’, a juzgar por el supuesto enfrentamiento, carece de sentido.

Rechazar el nombre elegido por quien nombra para imponerle otro ‘nombrado’ por quien carece de competencias para nombrar, es un sinsentido.

¿Y qué otras explicaciones puede haber? Varias y diversas. Por ejemplo un deseo de no agitar las aguas turbias de la política socialista y correr el riesgo de que alguna gota salpique al ‘inmaculado’ Gabinete de Sánchez.

Según se asegura, pocos meses después de contraer matrimonio, el esposo de Ana Belén Fernández empezó a trabajar en Gisvesa, una empresa pública de la Junta con tal cantidad de cargos y protocargos socialistas enchufados en ella que ha caído en la quiebra.

Los enchufes de Gisvesa los conoce perfectamente Vara. Es posible que Pedro Sánchez y la gran mayoría de sus ministros no los conozcan tan bien. Nombrar delegada del Gobierno a la concejala cacereña habría puesto de actualidad, a nivel nacional, un apestoso asunto que, hasta ahora, sólo ha tenido relevancia regional. Y no mucha. Y más parlamentaria que informativa.

Insisto, no digo que esta sea la razón de la acrobacia circense con la que nos deleitó La Moncloa el viernes, digo que ni creo en el error ni me parece que Vara esté dispuesto a quemar una de sus siete vidas políticas enfrentándose con Sánchez por un quítame allá esa delegada.

Cuentan que Vara, muy enfadado, llamó a La Moncloa exigiendo que no se nombrase delegada a Ana Belén Fernández. Si llamó sería para ofrecer una solución menos peligrosa para Sánchez, no para rechazar de plano la posibilidad de tener como delegada a una mujer a la que ahora tiene como concejala en Cáceres y a la que le hizo el favor de contratar a su marido dándole un puesto en la empresa pública Gisvesa, según se ha reiterado con nombres y apellidos.

FOTOS: Yolanda Garrcía Seco y Ana Belén Fernández Casero.

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