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Editorial

"Rebuscadores"

Editorial

13 de Agosto de 2015

Rebuscadores

“Cuentan de un sabio que un día/ tan pobre y mísero estaba,/ que sólo se sustentaba/ de unas hierbas que cogía./ ¿Habrá otro, entre sí decía,/ más pobre y triste que yo?;/ y cuando el rostro volvió/ halló la respuesta, viendo/ que otro sabio iba cogiendo/ las hierbas que él arrojó. (…)”.

Me ha venido al recuerdo este conocido fragmento de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca, a raíz de la iniciativa de Izquierda Unida, mediáticamente anunciada, consistente en presentar mociones en los Ayuntamientos de Tierra de Barros para que se permita el rebusco de forma provisional, hasta que la Junta de Extremadura lo regule.

No pretendo, ni mucho menos, tachar de míseros a agricultores y rebuscadores. Creo que llegarán a comprender que utilice este texto del insigne escritor del Siglo de Oro para tratar de hacernos una idea del sentimiento que albergarán los agricultores cuando comprueban que otros están dispuestos a recoger las frutas y hortalizas que ellos dejaron atrás.

Otra cosa será, supongo, cuando constaten que salen al mercado con un precio inferior a sus propias mercancías, de idéntica procedencia. No porque ellos la cobren a mejor precio, sino porque las suyas han sido objeto de una serie de gravámenes, inherentes a una producción regulada (mano de obra, abonos, tratamientos, tasas, maquinaría, riego, etc.), e incrementado su valor por los nada desdeñables márgenes de ganancia de los intermediarios; por lo que, con toda seguridad, el rebuscador obtendrá mayor beneficio por kilo que el propio agricultor. A todo ello habría que añadir los daños que, a veces, provoca la actividad del rebusco en las explotaciones.

Esta actividad viene tratando de regularse desde hace bastante tiempo. El año pasado, sin ir más lejos, nos anunciaron una norma que no llegó a ver la luz. Como en otras tantas cuestiones, por lo que he podido leer, las administraciones local, regional y nacional se pasan la patata caliente de unas a otras, haciendo cierto, por enésima vez, el viejo dicho: “unos por otros y la casa sin barrer”.

Pero lo que es más grave, desde mi punto de vista, es uno de los principales argumentos de los  que se vienen utilizando para justificar la regulación de esta actividad: que con ella se disminuirá el número de robos en el campo. Perdonen, pero yo no lo creo. Pasaremos de los mercados y comercios legales, coexistiendo junto a los puestos de venta ilegales procedentes del rebusco y del robo; a  los mercados, comercios y puestos legales del rebusco,  frente al comercio ilegal procedente del robo. La razón es bien sencilla, no es lo mismo rebuscar que robar. Creo que con esto lo digo todo.

Sé que a la formación de izquierda le gusta tener iniciativas “rebuscadas” (he visto con mis propios ojos como denunciaban los acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, en la Asamblea de Extremadura), pero creo que el que  ahora emprenden no es el camino adecuado. Si lo que se pretende es que no se pierda ningún producto en el campo, yo comenzaría por mejorar las condiciones de los agricultores para que pudiesen aumentar el número de contratos, y dignificando el trabajo de los jornaleros. A veces me da vértigo que las cosas me parezcan tan sencillas ¿No me estaré volviendo loco?

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